Desede el diván: ‘Lost in Translation’, de Sofía Coppola


Por José María Bardavío

       Antes de la aparición de los créditos -antes de nada- en  la nada misma o en el grado cero  (Barthes) del film, aparece la imagen de una mujer desnuda sobre la cama, de espaldas, vistiendo una braga de color rosa.

 

Lost in Translation

Año: 2003

Duración: 105 min.

País: Estados Unidos Estados Unidos

Dirección:Sofia Coppola

Guion:Sofia Coppola

Música:Brian Reitzell, Kevin Shields

Fotografía: Lance Acord

Reparto: Bill Murray, Scarlett Johansson, Giovanni Ribisi, Anna Faris, Fumihiro Hayashi, Akiko Takeshita, Catherine Lambert, Akiko Monou

Productora:Focus Features, American Zoetrope, Elemental Films

Género:Drama. Comedia | Comedia dramática. Película de culto

     Imagen que está al servicio de una función pre-narrativa ya que, concluidos los créditos (nombre de los productores, directora, y poco más), la imagen de la mujer  desaparece, se esfuma, arrivederci, y  no volverá  nunca jamás.

    ¿Qué puede significar ese delicioso semi-desnudo que va desde la cintura hasta la parte alta de los muslos, mascarón de proa de la película? Esa mujer desnuda que nos da la espalda entra por la izquierda en el mar de la película como entraría un precioso navío en el mar inmenso de las especulaciones.

    ¿Y qué significan, además de lo obvio, esos créditos escasos de la película tatuados  sobre las inmediaciones del cuerpo de Scarlet?  De Scarlet o de Charlotte que es como así se llamará  Scarlet cuando empiece el relato, la película. ¿Qué diablos  quiere decirnos Sofia Coppola con esta presentación? Como si un marinero de Fassbinder (Querelle) se tatuara el cuerpo en bragas rosas en un bíceps, en un pie, o en la espalda para mejor rima.

     Parece intencional, y no solo decorativo, el hecho de que esos grafemas lost, in, y translation, vayan  apareciendo en pantalla debajo de la mujer desnuda. Primero Lost, luego In, y luego Translation. Que recuerda (sin que la intención coincida) a esos avisos, esos acápites, esos emblemas, esas enseñas, que aparecen en algunas pinturas del surrealista Magritte: Ceci n’est pas une pipe; etc).

     Un título bastante raro. Más aún traducido al castellano:  El sentido que se pierde al traducir;  El traducir acarrea una pérdida del sentido, etc. A Sofia Coppola se le ocurrió cuando, filmaba en Tokio Lost in Traslation antes de que tuviera título seguro. Le hicieron una entrevista sobre su Virgins Suicides y quedó asombrada de cómo el efecto de la traducción simultánea realizada por un experto profesional japonés, modificaba el sentido de sus respuestas. Sofia se dio carnalmente cuenta de que al poner una idea al viento de otro idioma- idiomas tan distintos- las conceptos se despeñaban por el abismo de la pérdida de significación.

     Por otro lado, el  titulo alude, sin querer o queriendo, al más conocido de los poemas de James Merrill. Podría, Lost In Translation tratarse de un acertijo, de un jigsaw puzle, de un rompecabezas. Pues bien, como todo buen acertijo tiene que tener una solución. Esta es la mía:

  1. El rosa es un color que surge de la disolución del  rojo en blanco.
  2. El rosa, en Occidente, es  el color femenino por excelencia. Y aquí sirve para vestir, para vestir destapando ese indudable cuerpo de mujer.
  3. Siendo que el espacio que marca el rosa es el correspondiente al culo de  Charlotte, no parece disparatado señalar que aquí se nos va a contar una historia  de exquisita contención erótica. Todo está contenido. Como las bragas que, mostrando moderadamente lo que enuncian, están, como las piernas bien cerradas, para delimitar el rumbo del universal deseo convirtiendo, en suma, la vulgaridad de la jovenciata seducida por el que podría ser su padre, en un ejemplo de conducta excepcionalmente civilizada y amable. La exquisita elegancia japonesa traslada a la elegantísima conducta del varón occidental, californiano, que modera sus impulsos con la ayuda de una moral y de una ética impecables. El acercamiento entre los dos incluye la cama. Pero como sucedía en el inefable amor cortésmedieval, los cuerpos, perdidamente embelesados ya, no se tocan, no se tocan en absoluto. Y cuando la mano de él – !la mano! – encuentra ocasionalmente la de ella, termina la secuencia porque no es ese el camino a seguir.
  4. Sin embargo, y siendo que la pornografía es una práctica característica de la posmodernidad, el trasero de Charlotte, (insisto, desde la pornografía como característica de lo  posmoderno) resulta, por lo menos, irónico. No viste el trasero de Charlotte una braga insinuante y mucho menos pornográfica. Se trata de una braga discreta, sin llegar a ser puritana, republicana, que incluso disfraza la impudicia inherente al hecho de ver a una mujer en bragas con la máscara perfecta de su color, rosa ,y de su pudibundez, que reduce la exhibición a  cualquier cosa menos a que resulte abiertamente impúdica.
  5. La mujer en braga rosa es la mujer que va a vivir una aventura con un hombre con el que la sexualidad estará tan latente como evitada. Los dos querrán llegar a unirse, sí, pero a nivel suave; a besarse profundamente, sí, pero aceptando una sexualidad inspirada no en el rojo sino en el rosa. El beso en los labios al final de la película entre Bobb y Charlotte es la rúbrica a una experiencia bellamente humana, profunda, tan amistosa como escasamente sexual. Es cierto que hay pasión, pero tan cierto como que hay un gran deseo de desear lo mejor al otro mediante el darse de un definitivo adiós. Aunque ese adiós se prolongue en la constelación de lo que pudo haber sidoy no fue.

          Es un beso de reconocimiento del amor, de la sincera  amistad que se profesan. El milagro del amor rosa que necesita poco rojo y sin embargo es absoluto, es perfecto,  es total. El rosa es un rojo apaciguadopero no es un color cobarde: es leal, sincero, es de verdad, se sostiene en mantener el equilibrio entre lo puramente pulsional y lo puramente afectivo. Ese beso rosa casi rojo que tiñe a los dos al final  es como un bello y medieval desnudo: sin penetración.  Es un beso que sobrevuela el rojo, como si el rosa fuera la experiencia aérea de un Tokio desde las nubes, tal y como Charlotte lo integra en si misma, día y noche, desde el ventanal de su dormitorio en el piso cuarenta del Park Hyatt.  El blog del autor: http://bathtubsinfilms.blogspot.com/

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