Asalto a la Caja: Caso Progea


Por Roberto Martín Miravegas

   En el nº 59 del Pollo Urbano, correspondiente a diciembre/enero de 2025 y con una extraordinaria cabecera de David Vela, los grandes periodistas Jacinto Murillo y Bernabé Hoffman comenzaron a hilar fino en el que se llamó Caso Progea  describiéndonos a los protagonistas…

Cabecera de David Vela

Asalto a la caja : Caso Progea

Por Jacinto Murillo y Bernabé Hoffman

VERSIÓN CORTA

Los protagonistas / The players

 

Michelangelo Lorientoff

    Actual Presidente del Grupo Progea, tras protagonizar «Asalto a la caja» junto a los gorriones que conoceremos a continuación. Podríamos calificarlo como «mitad monje, mitad soldado», ya que a la sólida formación católica que recibió de pequeño, se une su afición por los temas militares. A pesar de lo anterior, durante su época universitaria militó en la organización maoísta clandestina «Larga marcha hacia la revolución socialista».

    Posteriormente, su mentalidad extremadamente posibilista le lleva a concluir que «para hacer algo en política, hay que pasarse al Partido Comunista de España», organización en la que militó hasta 1985 y en la que llegó a alcanzar la Secretaría de Organización en Aragón.

    Es en 1985 cuando de nuevo su posibilismo le lleva a pensar que «para hacer algo en política, hay que pasarse al Partido Socialista Obrero Español», que ya por aquel entonces comenzaba a legislar desde el gobierno contra los obreros (contratos temporales, pensiones, etc.). Hasta ese momento era accionista de Creixeda, una gestora de viviendas sociales impulsada por el PCE. Cuando pasa al PSOE, vende sus acciones por 3.300.000 pesetas, cuando las había comprado por 100.000. La misma operación es realizada por sus correligionarios Lorenzo Baronetti y Luigi Tomassino.

    Los tres se lanzan entonces a la aventura empresario-sindical, y constituyen Sobrarbe S.A., una empresa del sindicato Comisiones Obreras, orientada a crear un lugar de ocio y vacación que ayude a los currantes a soportar la presión antisocial que el Partido de Micheangelo Lorientoff y Lorenzo Baronetti ejerce desde el poder.

    Así crean el centro vacacional sindical de Morillo de Tou (dependiente de CCOO), muy cerca del centro vacacional sindical de Ligüerre de Cinca (dependiente de UGT), y del centro vocacional litúrgico de Torreciudad (dependiente del Opus Dei). Nuestro protagonista ve la oportunidad de aliarse con la organización católica para mejorar Morillo y de paso, para eliminar la acampada libre que empezaba a generalizarse por la zona. Así, Lorientoff propone al Opus Dei un acuerdo en forma de participación en el accionariado de Sobrarbe S.A. Los de Torreciudad aceptan, y de este modo, una vez repartido el territorio vacacional y el vocacional, Micheangelo sigue ampliando sus alianzas. Esta vez, la puerta a la que llama es la de Carlo di Lujanni (por entonces, Presidente de Creixeda) para ofrecerle también participar en el accionariado de Sobrarbe S.A. Creixeda compra acciones de la empresa de Lorientoff, por valor de 30 millones de pesetas, con lo que Lujanni como segundo accionista de la empresa sindical, por detrás de CCOO y por delante del Opus Dei, situación que se mantiene en la actualidad.

    Una de las constantes de la vida de Lorientoff es, precisamente, su excelente relación con el Opus Dei, no sólo a nivel empresarial, sino también personal. Su hija, María Lorientova, que en la actualidad trabaja como arquitecta en el despacho de Labarquilla (adjudicatario de multitud de obras públicas) fue educada por esta organización religioso-empresarial.

    Pero no todo fue felicidad para Lorientoff en Morillo de Tou. El centro se construyó a base de voluntarismo militante de muchos afiliados del sindicato, que trabajaron largas jornadas por la comida y el catre. Así, no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a aflorar como setas decenas de denuncias en la Seguridad Social, en Hacienda, e incluso, en el Ayuntamiento de Zaragoza, ya que no quedaban muy claras las relaciones que se podían intuir cuando las mismas empresas contratadas por Lorientoff como concejal en Zaragoza, construían también en Morillo de Tou, por una facturación dudosa.

    Así las cosas, la estrella de Lorientoff en la escena política se va apagando poco a poco. Un informe negativo sobre su gestión en el sindicato provoca su dimisión de todos los cargos que ostentaba en el mismo. Algo parecido le ocurre en el PSOE, así que emprende a mediados de los noventa una extraña aventura mexicana, de la que regresa en 1998.

    En este momento, acude a Carlo di Lujanni a pedirle ayuda, ya que un hombre como él, con su historia y prestigio, no puede estar en el arroyo, marginado de la «alta política». Lujanni le escucha y le responde que ya le contestará en los próximos días. El empresario acude raudo a los Secretarios Generales de UGT y CCOO para conocer su opinión sobre el tema. Enrico Tordesilli y Jechuchín Membratto, le responden que ellos mismos no se fían de Lorientoff porque le conocen; no obstante, le aconsejan a Lujanni que si le contrata, lo someta a un período de prueba de seis meses para ver cómo actúa. Lujanni toma nota y contrata a la empresa de Lorientoff para que facture a Progea durante unos meses. Sin darse cuenta, Lujanni ha introducido la zorra en el gallinero, a pesar de que durante los primeros meses de colaboración con Lorientoff, éste no deja de deshacerse en elogios hacia el empresario.

Peter Ollokiki

   Es el más joven de los protagonistas de «Asalto a la caja», a pesar de lo cual, todo indica que se trata del mayor conspirador de la trama. Sus apenas 34 años están bien compensados por su ambición desmedida y por el desprecio que siente ante sus semejantes, a los que considera seres inferiores en talento y simpatía. A estas «cualidades» añade otra muy importante: es un gran amigo… de lo ajeno; así, lo mismo le levanta la novia al mejor de sus compadres, que le arrebata la empresa a quien lo ha colocado en ella, como veremos más adelante.

   Ollokiki es un jesuita, y por lo tanto, ha sido educado para ser líder allá donde se encuentre. Desde pequeño quería ser importante y hacer que se murieran de envidia aquellos chicos del colegio que se reían de él por su aspecto canijo y enjuto. De no ser por su amigo, el fortachón Alex Gutierrone, más de cuatro palizas se hubiera llevado en el patio de la escuela.

   Para lograr este objetivo vital, ya siendo adolescente, pensó en la política como perfecto trampolín de lanzamiento para su ascenso social. Sólo quedaba encontrar un partido político idóneo para empezar a militar y en el que llegar pronto a ser jefe. Este partido tenía que ser pequeño (para poder destacar mejor), con pocos tiburones (porque si había muchos, el botín tocaba a menos) y con representación institucional (para garantizar una proyección social más efectiva). No había muchas opciones donde elegir, así que en 1991, Ollokiki se afilia al Partido Comunista, de mano de otro jesuíta, el Padre Garridetti.

    Ollokiki entonces no era cualquier cosa: estudiaba la licenciatura de Historia y era el Vicepresidente del Consejo de la Juventud, en representación del Centro Piganatelli. En el seno del PCE y de IU, pronto comenzó a pisar cabezas con el fin de llegar a la dirección, cosa que no tardó en conseguir, puesto que ya se sabe el cargo que le corresponde al tuerto en el país de los ciegos. Su simpatía natural y sus dotes verborreicas jugaban a su favor para encandilar a las escasas masas que formaban el PCE e IU a principios de los 90. La estrella de Ollokiki comenzaba a brillar.

    Su nombre comenzaba a estar presente en todas las conspiraciones y luchas internas de estas dos organizaciones políticas, aunque siempre diez pasos detrás del más valiente, como hacía en la escuela con su amigo Gutierrone. Esta cobarde discreción y el favor hacia él de su mentor Garridetti le llevaron a ocupar cargos importantes a partir de 1995. Es en esta fecha cuando el Partido Comunista le contrata como liberado a media jornada para hacerse cargo de la organización en la ciudad de Zaragoza. Cobraba unas 90.000 ptas. brutas al mes (alrededor de 1 millón anual).

   El año 2000 es importante en la vida de Ollokiki. Por una parte, comienza el periodo de los dos únicos años en los que hay constancia de que realmente trabaja en algo, ya que monta una gestoría de comunidades de vecinos con una socia en la Avenida de Cataluña de Zaragoza. Por otra parte, es el año de su boda con Alizia Lazaronni Useronni, antigua novia de uno de sus mejores amigos, y gestora de cartera del Banco Santanderinni para clientes de alto standing.

   Ollokiki, cansado ya de trabajar, alcanza su cima en política en el año 2002, cuando unos pactos poco claros entre IU y el Gobierno de Aragón presidido por Marcelino Iglesias, llevan al nombramiento de una docena de militantes de Izquierda Unida como altos cargos de la administración autonómica. A nuestro protagonista le corresponde la Dirección de la Oficina de Cooperación al Desarrollo del Gobierno de Aragón, de nueva creación, y por la que pasa a percibir una remuneración de unos 6 millones de pesetas al año. Ollokiki incumple en este momento una de las tradiciones del PCE y de IU, en relación con las remuneraciones de los cargos públicos: la del salario histórico. Esta tradición consiste en que, cuando un militante alcanza un cargo público remunerado por encima de lo que venía siendo su salario anterior, sólo se queda para su uso personal una cantidad equivalente a éste último, entregando el resto a la organización política. Ollokiki entonces, ya cegado por la pasta, esgrime ante los órganos un certificado expedido por él mismo en el que se dice que su remuneración como gestor de comunidades de vecinos era ligeramente superior a los 6 millones de pesetas anuales, por lo que no ha lugar entregar ni un céntimo a Izquierda Unida.

   Habrá observado el lector la enorme falacia que argumenta el pollo, ya que varios gestores de comunidades de vecinos consultados estallaron en una enorme carcajada cuando se les preguntó si era posible que una gestoría nueva, con dos socios y una secretaria, tuviera unos beneficios netos de 12 millones de pesetas al año.

   No obstante, poco duró la alegría en casa de los Ollokiki-Lazaronni, ya que siete meses después de la firma de los acuerdos entre IU y el Gobierno de Aragón, éstos quedaron rotos y los altos cargos de IU debieron abandonar sus abultados salarios.

     Ollokiki debe optar entonces por volver a su «super-millonaria» gestoría, o buscarse otra cosa. Se decanta por esto último y llama a la puerta de Carlo di Lujanni, Presidente del Grupo Progea. Ofrece sus servicios como abogado a cambio de facturar al año lo mismo que ganaba como Director de la Oficina de Cooperación al Desarrollo del Gobierno de Aragón, es decir, 6 millones anuales. Lujanni, que ya conocía a Ollokiki por la común relación de amistad de ambos con el Padre Garridetti, accede y le abre las puertas de Progea. Dos años más tarde, Lujanni se arrepentirá de haberlo hecho,… pero eso, lo veremos en otro capítulo.