Ruta por las iglesias de Serrablo (I)

    Iniciamos esta nueva sección para dar a conocer a nuestros lectores el extraordinario patrimonio de Aragón y contribuir a su difusión en la red  gracias a la generosidad de Prames y de la mano del coordinador pollero de la misma, Antonio Morata. En esta primera ocasión partiremos de Gavín para terminar en Otal. ¡Ojala que la disfruten!

       A orillas del Gállego cristalizó un románico primitivo muy particular, gracias a la conjunción de elementos de la tradición visigótica local, aportes mozárabes e influencias románico-lombardas, y que dio lugar al grupo de iglesias de Serrablo.

    Ofrecemos una primera ruta por este interesante conjunto de arquitectura religiosa medieval, que se completará con otra ruta en un próximo número.

 

Itinerario: Gavín-Yésero-Espierre-Orós Bajo-Oliván-Susín-Otal

 

      Nada más salir del túnel de Gavín, en dirección a Broto, nace una pista a la izquierda que se interna, entre bosques, hacia la sierra Tendenera. Ante unos prados, se eleva la ermita de San Bartolomé, que debió ser la parroquial de alguna población desaparecida. Adscrita al grupo de iglesias de Serrablo o del círculo larredense, su torre es la más original de este románico local. También es la parte más antigua del edificio, junto a parte del muro de la nave asociado a ella, fechándose entre 1050 y 1060.

    El atractivo de la torre, de planta cuadrada, se debe tanto al uso de motivos comunes a otras las iglesias del grupo como a la presencia de elementos particulares, o solo conservados aquí. Entre los primeros están los arcos de herradura (en aspilleras y en los vanos geminados del campanario), que son continuadores de la tradición prerrománica, y el friso de rollos o baquetones, bajo la cornisa. Entre las particularidades están los paños de rosetas. El resto de la construcción consiste en una pequeña nave rectangular y la cabecera recta, todo con techumbre de madera y alterado con el paso del tiempo. Se acude en romería el 24 de agosto, festividad de San Bartolomé y patrono de Gavín.

 

Las ventanitas de Yésero

    La iglesia de San Saturnino de Yésero es un notable edificio barroco que conserva una pequeña muestra del templo medieval precedente. La base de la torre posee un par de ventanitas aspilleradas (una visible al exterior y otra oculta por dentro) similares a la existente en la torre de San Bartolomé de Gavín, por lo que debieron pertenecer a una iglesia de características serrablesas, quizás, la que fue consagrada en el año 996. Este tipo de ventanas están realizadas a partir de una aspillera sobre la que monta un dintel y, encima, un arco de medio punto, dando la sensación de una forma de herradura. Son ventanas de tradición prerrománica que se mantuvieron vigentes en el románico primitivo que se desarrolló en tierras del Gállego.

      Gavín también contó con la típica iglesia serrablesa, dedicada a Santa María, que fue destruida durante la guerra Civil y cuyos restos fueron trasladados al parque de Sabiñánigo. Pasada la localidad, en dirección a Biescas, surge a la derecha la pista que lleva a Barbenuta y Espierre. Junto a ella se localizan los restos del monasterio de San Pelay, protegidos bajo una estructura metálica. Abandonado en el siglo XI y perdida su pista durante siglos, las excavaciones han descubierto una iglesia de tres naves, con cripta bajo la meridional, y otros espacios del complejo monástico. El uso de falso arco de herradura y de triples columnas adosadas a los muros delata su filiación al grupo de iglesias de Serrablo.

    La ruta continúa hasta Espierre. Su parroquial de San Esteban es un ejemplar románico tardío y muy modificado, pero hay otras dos construcciones vinculadas al conjunto serrablés: son las ermitas de Santa María, en ruinas y situada cerca del pueblo, y de San Juan, a 3 km por pista –que suele estar cerrada con cadenas– y rehabilitada por la Asociación de Amigos de Serrablo. Ambas emplean sillarejo, entradas en arco de herradura y testero plano, rasgo de indudable primitivismo.

 

La Asociación de Amigos de Serrablo

       La conservación, difusión y revalorización de conjunto de iglesias de Serrablo se debe a la Asociación Amigos de Serrablo, creada en 1971, precisamente, para rescatar del olvido y la ruina este grupo tan particular de edificios. El catalizador de este empeño fue el entonces canónigo archivero de la catedral de Huesca, Antonio Durán Gudiol. Gracias a la labor voluntaria de sus miembros, se recuperaron o consolidaron la casi totalidad de iglesias a orillas del Gállego, y también se fundaron los museos de Ángel Orensanz y Artes de Serrablo y de Dibujo “Castillo de Larrés”, sin olvidar sus labores de estudio y divulgación del patrimonio artístico, etnográfico y antropológico en diversas publicaciones, como su boletín.

    Orós Bajo creció junto al antiguo vial que, desde la antigüedad, enlazaba el valle de Tena con Huesca por la ribera oriental del río Gállego, donde más abundante y mejor es la peculiar arquitectura medieval de Serrablo. Santa Eulalia es un ejemplo tardío de la misma, al menos, de la segunda mitad del siglo XI, pues conserva algunos de los temas ornamentales propios del grupo, pero ha perdido otros, como el friso de baquetones que suele adornar los ábsides larredenses más primitivos.

   El caminito murado y el cementerio que la preceden anuncian un monumento de sencillez popular. La construcción es de sillarejo, de una sola nave con cubierta de madera y acabada en el correspondiente ábside, abovedado con un cuarto de esfera. La cabecera, al exterior, muestra varios de los elementos característicos de las iglesias serrablesas: arquillos ciegos apoyados en pilastras o lesenas que, a su vez, parten de un basamento con una moldura redondeada. Son siete arcos en total, tal vez, buscando la protección de un número que simboliza la totalidad. La puerta se abre al sur, bajo un pórtico de época posterior. Otros añadidos son la sacristía y la torre en cara norte.

     Aguas abajo del Gállego, nos desviamos a Oliván. A la entrada, la parroquial de San Martín es uno de los mejores ejemplos del círculo larredense, a pesar del profundo cambio que supuso la ampliación del siglo XVI. La construcción original, que puede datarse hacia 1060, constaba de una nave más o menos rectangular, corto presbiterio, ábside semicircular y la airosa torre que se eleva adosada al muro norte. Más tarde se le añadió una segunda nave en la cara sur, por donde se accede, y los actuales vanos de medio punto del campanario, que debieron sustituir el tipo de ventanitas dobles que hemos visto en San Bartolomé de Gavín.

     Al exterior, el ábside luce todo un muestrario de elementos definitorios de las iglesias del grupo: arcuaciones ciegas, lesenas, basamento inferior, friso de rollos superior y molduras redondeadas. Además de la utilización de sillarejo como material constructivo principal, hay otros modos de hacer emparentados con el románico lombardo, como son las puertas adinteladas bajo arco de medio punto y las ventanitas de doble derrame, tres en la cabecera, probablemente, en alusión a la Santísima Trinidad.

    Desde Oliván, hay que dirigirse por pista hasta Susín, lugar que ha sabido burlar el abandono y la ruina que se cebó con otros pueblos cercanos. Aquí, en la iglesia de Santa Eulalia, está la imagen más emblemática y reproducida de la arquitectura de Serrablo: una ventanita de doble arco de herradura, enmarcada por un retranqueo del muro, que se abre al solano, junto a un ábside característico del grupo. Esta zona es la única conservada del edificio románico que se levantó en el último tercio del siglo XI. Fue una construcción que, además, reutilizó material de un templo anterior, del que debieron formar parte veintiún sillarejos con diversos motivos incisos que fueron recolocados desordenadamente. Una profunda remodelación, llevada a cabo en el siglo XVIII, reorientó el templo, redecoró su interior y le dotó de una torre, erigida sobre el presbiterio. De esta reforma sobrevivieron unos pocos fragmentos de los frescos románicos, del siglo XII, que vestían el espacio sagrado del ábside y que hoy pueden contemplarse en el Museo Diocesano de Jaca.

Excursión hasta Otal

El Serrablo es una tierra caracterizada por la despoblación. En algunas de estas localidades, ahora desiertas, se levantaron iglesias similares a otras del grupo serrablés. Es el caso de Otal y de su antigua parroquial, con un ábside que sigue las pautas del país. Para llegar, se toma la pista que parte desde Oliván, dejando a la derecha el desvío que sube hasta Susín y continuando hasta dar con el sendero PR-HU 3 que surge a la izquierda. El camino pasa junto a las ruinas de Berbusa y Ainielle y llega, finalmente, a Otal. La misma pista mencionada lleva hasta Basarán, otro despoblado del que procede la iglesia abacial de los santos Úrbez y Miguel, otro magnífico edificio del grupo, que se trasladó a Formigal. Andando, son unas 3,5 h de ida y otras tantas de vuelta.

Prames

 

Lectura recomendada: Prames, ‘Guía del Románico I. Alto Aragón’, 2011.