Unamuno de actualidad / Dionisio Sánchez


Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net

    Queridos amigos, compañeros y camaradas:

    Desde hace ya bastantes lunas  mi tiempo de lectura aparece agotado con las poco abundantes ojeadas y, sobre todo,  nocturnas a textos de la reciente historia de España…

…de cuyo conocimiento me siento cojo, manco y, a veces, hasta paralítico y me noto  culpable porque aun  creído como estoy de que muchos de mi generación fuimos débilmente instruidos en ese sedimento fundamental en la formación intelectual de cualquier ciudadano,  tiempo y ocasión he tenido de haberme esforzado en su conocimiento después de tantos y tantos días habidos  perdiendo miserablemente  las horas  leyendo la prensa mongoloide  que actualmente nos  acompaña.  

    Historia, pues, y biografías  de hombres por los que desde siempre he tenido interés y que ahora, ¡por fin!, les dejo hueco en mi cabeza luego de haber  renunciado a ojear a escritores, poetas y novelistas locales que casi siempre, y con las excepciones habituales, no sólo no saben producir de manera melodiosa el ritmo del sujeto, el verbo y el predicado en las oraciones más simples sino que, las más de las veces,  deberían estar encarcelados por poner en tinta negra sobre papel blanco gilipolladas que ni siquiera interesan a sus más cercanos  familiares. ¡Cuán culpable es, en este sentido, la Administración Pública que ha creado esos ghettos de producción de papel emborronado, ampulosa portada, grasa y migajas de tortilla de patata para politiquillos deseosos de poner su nombre al término de un par de folios pestilentes que les hacen soñar con la gloria literaria que jamás tendrán dada su idiocia aunque en el ejercicio de su labor se rodeen en charlas, cócteles y capillas  con los advenedizos nacionales de la misma piara. Y que conste, además,  que no es baladí pensar que este tipo de boligraferos, generalmente expertos en la consecución de las indigentes  subvención literarias, más propias de  pateros publicistas que de plumillas con la ilustre dignidad del pobre aunque culto aspirante a escribidor de novela negra, histórica o con chorizo, son responsables, en la parte que les toca,  del creciente cambio climático, pues de todos es sabido el insolidario ataque que ofrece a la naturaleza la consecución del papel blanco para escribir.

   Volviendo al asunto inicial, y tal vez debido al estreno de la película de Amenábar que según parece –ya que no voy al cine porque me aburro como  pollino en una conferencia de un poeta local-  habla de Unamuno, aparecieron las estanterías de mi librería habitual una serie de biografías sobre el ilustre sujeto y en vez de buscar asesoramiento adecuado, opté por comprarme una biografía que han hecho a medias dos señores franceses (señora y señor), que han publicado un tocho que hay que leer a golpes de hormigonera. ¡Qué difícil es escribir y, sobre todo qué complejo y aperreado es darle facilidad de lectura a este género literario nacido en el ya lejano siglo XVII, aunque haya tontos que  crean  después de leer a Stefan Zweig  que con dos lecturas al vuelo y las correcciones de un colega poeta, cuatro litronas  y la necesaria subvención de la Institución Fernando el Católico se ponen a escribir la décima versión  –corregida y aumentada- de “La vida secreta de José Oto” y se quedan tan anchos. Anchísimos porque es casi seguro que los tres, cuatro o cinco mil ejemplares editados no verán jamás la luz, arrumbados en cualquier nave de Valdefierro.

    Los historiadores ingleses han desarrollado una técnica para transmitirnos su especialidad que da gusto. Pero nadie, nadie, entre los aragoneses  cultivadores del genero parecen querer aprender. O, al menos, intentarlo.

       Por el contrario, estos señores franceses que uno es catedrático emérito de Civilización Española en la Sorbona y la otra profesora honoraria de Lengua, Literatura y Civilización Española en la Universidad François Rabelais de Tours han construido lo que se conoce como una “biografía tochana” es decir a base de tochos sin ritmo constructivo. Es decir, no por ser catedrático o profesor se saben hacer buenas biografías…

     Pero con todo esto no quiero denostar la ingente labor de estos biógrafos porque, al margen de no haber conseguido un adecuado ritmo literario y un fluido relato de la vida y milagros de nuestro protagonista, sí, en cambio, han aportado al texto una abundantísima bibliografía que nos permite leer sus propias palabras al respecto de varias cuestiones, algunas de ellas de asombrosa actualidad pese al paso de tiempo. Y eso, amigos, ya es mucho. Unamuno, vasco por los cuatro costados, no tiene inconveniente en dejar a un lado su propia lengua materna porque ve en el castellano la gran oportunidad histórica de  España  para democratizarla  y  aspirar a ocupar ocupar un lugar en el mundo. Unamuno, al igual que Blasco Ibáñez y otros líderes progresistas de su tiempo, equiparaba democratización a castellanización..

   Y sobre su lengua materna, el profesor vascuence,  analiza en un discurso pronunciado en el Congreso el 18 de  septiembre de 1931 sobre las lenguas hispánicas  y al respecto de la oficialidad del castellano y  se atreve a decir al oído lejano de sus propios paisanos:

    “El vascuence, hay que decirlo, como unidad no existe, es un conglomerado de dialectos en que no se entienden a las veces los unos con los otros. Mis cuatro abuelos eran, como mis padres, vascos; dos de ellos no podían entenderse entre sí en vascuence, porque eran de distintas regiones: uno de Vizcaya y el otro de Guipúzcoa. ¿Y en qué viene a parar el vascuence? En una cosa, naturalmente, tocada por completo de castellano, en aquel canto que todos los vascos no hemos oído nunca sin emoción, en el Guernica Arbola, cuando dice que tiene que extendersu fruto por el mundo, claro que no en vascuence. «Eman ta zabalzazu munduan frutua adoratzen raitugu, arbola santua» «Da y extiende tu fruto por el mundo mientras te adoramos, árbol santo.» Santo, sin duda; santo para todos los vascos y más santo para mí, que a su pie tomé a la madre de mis hijos. Pero así no puede ser, y recuerdo que cantando esta agonía un poeta vasco, en un último adiós a la madre Euskera, invocaba el mar, y decía: «Lurtu, ichasoa.» «Conviértete en tierra, mar»; pero el mar sigue siendo mar..

    Y por acercar opiniones de nuestro héroe a propósito de lo que está ocurriendo en estos días con la intención secesionista  catalana y su encaje con el resto de España, en 1932, al margen de las discusiones acerca del Estatuto de Cataluña, en una conferencia en el Liceo andaluz, acerca de la “bilingüidad” afirmó que es necesario defender a los mismos catalanes contra su error para declarar terminantemente: Los catalanes serán más catalanes, cuanto más españoles sean. Y opina que el Estatuto, como la Constitución, no es más que un papel y añade que ahora se quiere conceder todo a  los catalanes, pensando que esto será el final de los disgustos y de las luchas, lo cual es un error evidente. El Estatuto será el principio de las grandes batallas” Era 1932 y parece que es hoy mismo ¡Qué cosas, mariposas!

   Pero para terminar  sin acritud  y que a los lectores polleros no se les ponga cara de vinagre, vaya esta  rebolera del gran republicano y, en cierto modo,  visionario vasco dicha en  un  dos  de agosto de ese mismo año: La cultura ni es castellana ni catalana: es cultura, y tanto cabe una cultura catalana en castellano como cabe una cultura castellana en catalán.

     Yo, amigos y camaradas, con eso me quedo. ¡A caballo!¡Yihiiiiii! ¡Salud!

 

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