Equidistancia / Eugenio Mateo


Por Eugenio Mateo
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      Arde California. Arden Chile y Bagdad. Arde Barcelona. ¡Arde París!  Y yo, incapaz de plantarme delante de las llamas sin gafas de sol,…

…me vengo abajo y me deprimo ˗˗ quizá ayude mucho el efecto mochuelo del cambio horario, que acorta la tarde y sibilinamente nos encierra en casa mucho antes ˗˗, y voy, y pienso en soluciones poco épicas, como construirme un zulo, más apropiado ante la penuria de la recesión en camino, que esos bunkers tan ostentosos y solemnes a prueba de devastación, acaban siendo detectados y neutralizados por el enemigo. El zulo, por lo recóndito, no llama la atención, y haré instalar un periscopio camuflado para estar al día. Seguramente, tal atrabiliaria decisión pasará al olvido cuando acabe de escribir esta reflexión, incluso antes, pues es posible que en el propio desarrollo del texto se vaya notando la evaporación de mi equidistancia. No lo sé. Vamos a ver de lo que soy capaz para sustraerme de tal confusión.

    Contemplar cómo la estupidez pretende ser didáctica no la va a evitar. Sin ir más lejos, hace unos días, en un programa vespertino de la televisión aragonesa entrevistan a un cocinero propietario de un restaurante de Huesca, al parecer especializado en setas. El tal chef, muy “echao’palante”, demuestra en su verborrea un absoluto desconocimiento de las especies que cocina. Confunde, por ejemplo, los Cantharellus Cibarius con los Cantharellus Lutescens, ˗˗dicho en cristiano, el rebozuelo con la trompeta amarilla, y dicho sea de paso, de catón˗˗ pero, a la pregunta de la reportera sobre cómo se distinguen las venenosas de las buenas, el ínclito explica que él echa un ajo a la sartén; si este se pone negro, la seta no vale; por el contrario, a ajo blanco, seta al coleto. Esto, que forma parte del imaginario popular ˗˗hay que recordar que aún hoy se sigue acudiendo a la plata ante la duda de la comestibilidad˗˗ es lo que permite que la muerte se cobre unas cuantas piezas de intrépidos seteros cada año. No tengo idea de la audiencia del programa, pero el mal ya está hecho. Si hoy día, la democratización de la búsqueda de setas impele a muchos indocumentados a salir al monte con una bolsa de plástico, mensajes como el emitido por un cocinero al que se le presupone profesionalidad, son un peligro real para la salud pública. Sé de buena tinta el malestar e indignación de los propios micólogos, miembros de asociaciones de divulgación científica sobre setas, que están preparando la correspondiente reclamación a la CARTV para exigir una rectificación pública. Ojalá, ese día, el programa lo vieran sólo cuatro gatos, y a esos, ojalá no se les ocurra cambiar las sardinas por los hongos. Por su bien.

    Hablaba de la equidistancia. La viuda de Ramón Lluch, profesor y político asesinado por ETA, decía en una entrevista reciente, que en Cataluña se usa lo de equidistante como un insulto, y sin embargo, realmente es un piropo. Le doy la razón, aunque la pregunta es: ¿Se puede ser equidistante y no perecer en el intento? Parece difícil viendo la radicalización de los bandos. Se está ante una estrategia de llevar las cosas a un punto sin retorno, muy de manual insurreccional, y desde el Estado se contesta de un modo burdo, como el de no atender la llamada del President, entre otras cosas. Si se hace para demostrar firmeza, sólo demuestra mala educación y dejación de funciones. Encima, no sabremos nunca qué quería contar el bueno de Torra. Si era un farol, tendrá que admitirse que se juegan partidas distintas, incluso simultáneas, que lo hacen inútil. Si se quería ganar votos, otros pescan en río revuelto. Yo creo que desde el independentismo están echando toda la carne al asador para que su causa tome altura en la opinión internacional. Sin embargo, el tema de los presos políticos versus políticos presos ha dado lugar a unos acontecimientos en los que las protestas callejeras han ido más allá de los líderes, y seguro que hasta los sofás frente al televisor de casi todo el mundo ha llegado una constancia contradictoria: … ¿Pacifismo?

    La hegemonía no puede ser pacífica. Proclamar a los cuatro vientos que se es pacífico cuando se acude al suprematismo es una operación de imagen que vende mucho, pero es imposible estar en misa y repicando. Las siglas de los Comités de Defensa de la República tienen poco de carácter pacífico, sus acciones, tampoco. El patriotismo mal entendido, de uno u otro lado, tiende a la exaltación, o sea, a partirse la cara a las primeras de cambio, como se viene viendo. El fanatismo es una degeneración de las meninges. Caldo de cultivo para confundir el culo con las témporas

   Ante la constatación del fracaso (ya sabemos que no somos nada) colectivo, a pesar de ello, no se ha evaporado del todo mi equidistancia ni por tanto la idea del zulo. La cuestión es cómo llevarme el internet al agujero sin ser detectado.  

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