Una aberración y una desviación / Manuel Medrano

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Por Manuel Medrano
https://manuelmedrano.wordpress.com/

     La relatividad de las cosas puede confundirnos, pero la inmensa mayoría de los ciudadanos consideran algunas situaciones como aberrantes y, de hecho, muy perjudiciales para sus intereses como sociedad y como particulares.

   Voy a ello: hace escasas fechas oí a un treintañero decir, todo orgulloso y satisfecho, que la organización a la que pertenece había colocado en listas electorales a 35 de sus jóvenes miembros y que 7 ya habían «logrado» ser cargos públicos, máxima aspiración de su trabajo político.

   Pues bien: he estado, estoy y estaré siempre completamente en contra de que gentes que no tienen formación práctica alguna y, más aún, que jamás han ejercido trabajo alguno en la sociedad, pasen a la política que decide los destinos de la colectividad. Los partidos políticos deben rechazar esa situación. No es concebible que, sin haber currado (de lo que sea: fontanero, abogado, albañil, funcionario, médico, carnicero…) durante 10 ó 15 años, representen o hagan nada útil para la ciudadanía. ¿Cuál es su mérito? El sometimiento abyecto a líderes débiles e inseguros que necesitan a los chavalines presos del cargo público remunerado, porque o viven de eso o se mueren de hambre.

    Ojo que ya hay algunos seres que llevan así más de 20 años viviendo como marajás de «representar nuestros intereses», pese a que los suyos tienen que ver con los nuestros poquíiiisimo. No tienen oficio (una carrera no ejercida no me sirve), ni profesión (aunque las mentiras en sus currículos son una constante). Muchos figuran como «empresarios» sin especificar de qué actividad, o como cosas que no se enseñan, ni en FP, ni en la Universidad, ni en un taller, ni en ninguna parte, inventos podridos que no engañan a nadie.

    Dejo el tema, no sin señalarles que cuando escuché al mencionado mozo decir esto todo ufano me entraron ganas de tirarle tomates y, al médico neurólogo y profesor universitario de más de setenta años que había a mi lado, se le descompuso gravemente el gesto.

   Y una desviación: la de la enorme inflamación del ego que se manifiesta en las redes sociales. ¿Os habéis dado cuenta de los políticos y otros «líderes» sociales que cuelgan sus gestas y hazañas en Facebook esperando recibir toneladas de «Me gusta» y comentarios jabonosos? ¿Y habéis advertido que ellos jamás, o prácticamente nunca, pulsan el «Me gusta» del resto de los mortales y, absolutamente nunca, hacen comentarios? Bueno, aquí hay dos cuestiones a considerar: 1) Es muy probable que no sean ellos quienes cuelgan sus andanzas, que tengan a alguien para ello a quien la reciprocidad le parece una estupidez (o no le entra en el sueldo). 2) Que los gustosos que les jalean y alaban disminuyan drásticamente cuando los personajes públicos que cuelgan sus asuntos pierdan el sillón que permite los repartos de prebendas.

   Finalizaré compartiendo con ustedes una historia real, muy real: conozco a un señor que, cuando era un joven con la carrera aún por terminar (ahora es ya más madurito), fue concejal de Zaragoza en potente posición, a quien le extrañaba que casi ninguno de los 500 contactos de su agenda telefónica, que antes le llamaban sin parar, contactase con él cuando perdió el cargo. Pues ya saben amigos… sic transit gloria mundi.

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