Encantados de conocerte, Vadillo. / Dionisio Sánchez

PDionisio8
Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbao.net

       En general, la izquierda española democrática ha sido la locomotora del reparto de empleo público  entre  sus afines y la derecha la gran madrina del negocio privado con dinero público.

    No hay nada que objetar ya que el grueso de los votantes “de facto” que deciden la adjudicación del sillón monclovita ( los jubiletas, por supuesto) no están interesados en cualquier otra consideración siempre y cuando lo suyo, lo nuestro, no nos lo toquen.

     Después de las líneas maestras arriba expresadas, tan solo quedan unos flecos que pueden ser de interés, o no, siempre y cuando los analistas lo seamos  de barra de bar y no esperemos con nuestras  digresiones cambio alguno en el devenir de la patria. Por eso, en materia cultural, que va ser la que nos ocupe en esta reflexión, cuando la Izquierda Rampante criticaba los primeros de Mayo con aquellas  manifestaciones folclóricas que pergeñaba el régimen del abuelo Paco  actuando   las  impresionantes agrupaciones sindicales de Coros y Danzas (hasta el rodaje de “Los 10 mandamientos” no se conocieron en acción tamañas multitudes) o, posteriormente, los inevitables partidos de fútbol retransmitidos en blanco y negro para disfrute de las masas obreras, poco imaginaba que  cuando llegara ella al poder todo ese circo se quedaría en una pequeñísima anécdota y que su repertorio iba a dejar en pelotas a los faraones de de la dictadura.

    Había pues dos cosas claras: una, que todos sabíamos cómo funcionaba la cosa con Franco y que aprenderíamos cómo habría  de funcionar con la democracia. Y lo aprendimos. Y en lo fundamental,  la cosa consistía en que ya no había censura pero no se podía discrepar, siempre y cuando se quisiese ser alguien en la colmenilla roja o azul. Y el tiempo, que no está en manos de izquierdas ni de derechas, fue pasando,  incluso en Aragón, la tierra noble.

    Y aquí, en la gusanera marciana hemos ido conociendo gobiernos de derecha (pocos),  de izquierda (menos) y de coalición (los más).

    Y ya habíamos aprendido, entretanto, que la gente de izquierdas es muy dada a organizarse, a crear y reproducir hasta el hastío lo que sus teóricos llaman ampulosamente “tejido social” (suyo, naturalmente) para que sirva de base y que en  él se desarrollen  las larvas  de las asociaciones de vecinos (núcleo vital para el crecimiento de cooperativas que hagan millonarias a empresitas  “sostenibles” como Progea, por ejemplo), los colectivos de ecología por la mañana y desarrollo por las tardes e, incluso, en alguna esquina perdida de la sociedad, algunos gremios de arte que englobaran a escritores, actores, artistas, putas, camareros y taxistas.

    Así las cosas,  con esta última llegada del PP al gobierno de Aragón, evidentemente nadie esperaba que las aguas del Ebro se abrieran en un extraordinario milagro para que lo cruzaran jubilosos las ingentes  huestes de artistazos de derechas y liberales en general que estaban escondidos a pan, agua y céntimo de euro en las cuevas del barrio de Juslibol, no. En Aragón son pocos los que se machacan el haba y entre el artisteo, nadie. Solamente los jornaleros de la palabra, la pluma, el objetivo, el pincel o la voz esperaban un simple cambio de actitud, sin rencor. Tal que los cesantes del XIX, sometidos al capricho de la fortuna por un vaivén político, pensaban: “…ahora nos toca a nosotros”.

    Y en estas llega nuestra presidenta, aureolada de todas las cintas de honradez, equidad y macetas y nombra director general de cultura (cuestión de ínfima importancia en la vida bípeda aragonesa pero que nos sirve para meternos un pincho mientras nos tomamos unas cañas) a un lenguaraz y aparentemente culto muchacho que  -eso sí- jamás había asomado las plumas en ningún burdel artístico ciudadano. De él solo se sabía su afición a la “fabla aragonesa ” y que juntaba letras contra el Psoe en unos artículos hartos de bisoñez en “Libertad Digital” .  Pero bueno, mejor era eso que regoldar con sabor a ajo  ante la sola presencia de su predecesor  en el cargo, Juan José Vázquez (que aún sigue desde el ayuntamiento zaragozano  jodiéndonos la existencia  aherrojado por la presuntuosa voluntad  de otro que tal baila, Jerónimo Blasco)  ¡Que horror¡ ¿Se jubilarán algún día?)

    Pues no, señor, a una mierda le sucedió un zurrute. El tal Vadillo que en sus años de aspirante había llegado a decir que el Psoe tan sólo defendía “a su ejército de reserva (sindicatos, titiriteros y jueces gallináceos)” en vez de los intereses  generales, sufrió unos primeros amagos de bronca por parte de artistas y comediantes y aprendió rápido: lo dejó todo como estaba. Es decir, los mismos siguieron picando el grano y él soltando la “gallina”.  Y le abrazan y no vomita sino que, al revés, está encantado de poderse rozar con cineastas de cuarta división (siempre los mismos), escritores de papel “El Elefante” (siempre los mismos), pintores de deposiciones (siempre los mismos) y actores incapaces de vocalizar “me-co-mí-u-na-bo-ñi-ga” (siempre los mismos).

   Su política cultural (que imaginamos será la del PP de Aragón, de España y de Ceuta y Melilla) es dejar que los diferentes clubes de virtuosos y ejecutantes lleguen a peinar canas a costa de las migajas que –¡menos mal!- le pone el gobierno en sus manos.  Sobado por los rojetes, ya no le importa el sudor obrero (que además de por las axilas se les reviene por las manos). Es feliz saliendo en las fotos con los mismos. Ni siquiera se da cuenta de que, aunque no fuera a un acto y dejara su maniquí, los que le rodean serían siempre los mismos….Precisamente aquellos que le rebuznaron “mareados” y pidieron su dimisión.  Ahora, como los tiene apesebrados, incluso intentan que el roznido lleve aparejado algún euro más al pasar por taquilla, digo, al presentar el proyecto, el mismo proyecto de siempre realizado por los mismos de siempre….

    El hombre, este Vadillo,  que fue aparentemente capaz de detectar todos los vicios de la intelectualidad de la árida monegrada que bebía en la gamella de la administración, se ha convertido en uno de ellos. Y así las cosas, ¿para qué nos sirve? Señora presidenta, mándelo a su casa y reinvierta su nómina en bocadillos de chorizo para los pobres. Ellos son los más  agradecidos si, además, les mete su Ilustrísima una miserable botella de vino cada tres bocatas para celebrar las navidades.  Amigos, compañeros y camaradas, ¡a caballo! ¡Yihiiii! Salud!

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