El Juez Eldipio José Silva / Manuel Sogas Cotano

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Por Manuel Sogas Cotano

El cuento de la suspensión del juez Eldipio José Silva y otros colgajos

Erase que se era y que todavía lo es, lo que resulta más guay y molante que un palo de punta: la historia de la suspensión de sus funciones de juez de Eldipio José Silva. La historia comienza aquí, ahora y desde ayer para mañana. El juez Eldipio José Silva barruntaba que mucho trigo limpio no podía haber entre famosos maleantes, y con la mosca tras lo oreja empezó a investigar la actuación de Blesa, un distinguidísimo pinta, jefe del mando de Caja Madrid, una de las entidades financieras más importantes del reino del rey que reinaba, que no llegó a rabiar, pero cerca le anduvo la cosa.

Tras sus pesquisas llegó a encontrar y requisó más de 8.000 mil correos electrónicos del pinta Blesa, entre los cuales ninguno hubo que mencionara el moco de pavo, pero si relacionados con la compra de un banco por encima de su valor en territorio americano, donde acampa la extrema derecha de Cuba, cuya inflamación de precio pudiera ser que pudiera permitirle meterse algún saco de millones en sus bolsillos, que eran grandes como plazas de toros grandes, además de posibles trapicheos en el tráfico de armas, en el que al menos de pasada aparecía un famoso torero, diestro de derechas, el maestro José María Aznar, que ni le gustaban los toros ni había visto uno en su vida que no fuera más allá del toro del coñac Obsborne en las carretas, sin menos cabo ni merma de su valor, que lo tenía y lo demostraba tan pronto se ponía solemne y empezaba a soltar por la boquita que Dios le dio memeces, tonterías, simplezas, y barbaridades. O sea, que era un farute, rico, frío calculador, hipócrita, algo agurtelao, porque el caso Gürtel fue parido bajo sus pies, pero farute.

Viendo esto el juez Eldipio José Silva, y cavilando, casando una cosa con otra, endosando y pegando este artículo con aquel otro del Código Penal, se dijo: ¡joder, cuate, aquí hay tomate! Y ni corto ni perezoso mandó a que fuera encerrado en la cárcel bajo siete llaves el pinta de Blesa.

Pero como Blesa era un pinta que tenía sus buenas agarraderas en la alta torería y sólo había escrito más de 8.000 correos electrónicos, y a más a más, que diría un catalán, era inocente, allá que te va el buen pinta Blesa hablando con unos y con otros y logra salir de la cárcel.

Ante lo cual, el buen juez Eldipio, no le cupo más remedio que darle unos nuevos meneos a las ramas del Código Penal para ver que artículos maduros pudieran caer al suelo y fueran de justa aplicación, como anillo al dedo y, vuelta la burra al trigo, no hay una sin dos, y a la cárcel que te va de nuevo el pinta Blesa. Y este que se pone a darle al pico con los mismos unos y otros hasta que vuelve a salir a la calle más fresco que un brote verde contra crisis de Rajoy.

Y estando en estas es cuando mete mano en el asunto el Consejo General del Poder Judicial, que era un órgano amasado con el uno mío el otro tuyo; otro tuyo y uno mío, de dos partidos políticos que más partidos ya no podían estar: PSOE y PP, que admitió el que un Contra juez pusiera freno a la carrera de encarcelamientos a que podría dar lugar la actuación del juez Eldipio José Silva en su intolerable actitud del tú la haces tú la pagas, bribón, según el Código penal en lo relativo a la erradicación del briboneo. Y esta fue la conversación legal de la marcha La Lirón, transcrita al pie de la letra sin error ni omisión posibles, y por tanto sin poner ni quitar, o sea, de pe a pa, que mantuvieron el juez Eldipio y su Contrajuez:

CONTRAJUEZ: Elpidio, querido, quedas suspendido de las funciones de tal, en virtud del artículo 33, barra variable tipo hija del Rey, puntos a, b, c y demás convenientes con las concordancias correspondientes, aplicables a casos como el tuyo del tira de la hebra que ella nos llevará al ovillo, que china chana, china chana, empiezas por Blesa y a saber si no acabas en Aznar, y tiene este que empezar a dar al menos cincuenta mil explicaciones, a una por pistola de las que él vendió a la oposición venezolana de derechas, y salva sea la parte. O sea…

JUEZ ELDIPIO JOSÉ SILVA: ¡Ja! Obligado me has a defensa propia. Y en virtud a ello, apelo al artículo 8.000 de los correos que obtuve en mis investigaciones sobre Blesa y demás tropa para poner los puntos sobre las íes.

CONTRAJUEZ: ¡Joder macho!, ¡que pesao…! Defensa, defensa ni leches. A ver si te enteras Contreras: los correos electrónicos que ha enviado Blesa forma parte de su intimidad. Que no los puedes utilizar en tu defensa. Crees que somos tontos y te vamos a dejar organizar tu defensa, o que?

JUEZ ELDIPIO JOSÉ SILVA: Pues me acabas de hacer un hijo de madera. Me has dado en mitad de la frente, perdona, Contra juez, perdona. No sabia yo que los delincuentes como Blesa y compaña hicieran sus programas delictivos a la luz pública dando la mayor publicidad posible a los mismos en las portadas de los periódicos de mayor tirada para general conocimiento de la concurrencia, y evitar así la inviolabilidad de su intimidad al ser investigados por la policía. Reitero, perdóname otra vez, hombre, que un fallo lo tiene cualquiera, nadie es perfecto. No te incomodes conmigo… Pero, que sepas, que me voy defender, no te confundas, Contrajuez.

Y si no pudiera yo…, apelaré al Ojo Atípico y te vas a enterar, gracioso, que eso es lo que eres tú, un gracioso. 

Isla Mayor, Noviembre 2013

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