Lugares como el Parque Nacional de Ordesa son centros de salud públicos


Por Eduardo Viñuales

    Ordesa es como una isla y un balón de oxígeno. Estamos ante un centro de salud pública ajeno a los problemas medioambientales. Yo abogo por reconocer, valorar y seguir conservando lugares como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, sitios que están aportando extraordinarios beneficios a una sociedad que se tilda de moderna. 


Texto y fotos: Eduardo Viñuales Cobos.
Escritor, naturalista de campo y miembro de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental

http://www.asafona.es/blog/?page_id=1036Twitter: @EduVinuales     
   

   Invitado por Carlos Mur de Viu, Director Gerente del Hospital Universitario de Fuenlabrada, y dentro de los actos del Centenario del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (2018-2019), el pasado mes de junio participé en una mesa redonda sobre la salud y los espacios naturales protegidos, conscientes de que en Aragón disfrutamos de un enclave paradisíaco cuya mera visita es fuente de bienestar físico y emocional.

  Comencé explicando que son muchos los motivos, las excusas, las ideas que nos llevan a querer, a admirar, a proteger y a declarar un Parque Nacional. La primera de ellas es conservacionista. Eso está claro… Pero hay otras de índole científico y de investigación, de carácter educativo, las hay culturales, sociales… e incluso, como vamos a ver, las hay en la relación con la salud humana, que es el tema que aquí nos ocupa.

    Comenté que los 15 Parques Nacionales de España están creados para el uso y el disfrute de sus visitantes. Se han declarado entre otros motivos para que la gente y la sociedad, los visite, los conozca, los toque, los viva, los respete… y que para sienta o entienda su valor ecológico y los beneficiosos servicios ambientales que estos nos prestan a toda la sociedad en su conjunto. No son asilos cerrados. Están abiertos a todos los ciudadanos de la nación. Por Ordesa pasan unas 600.000 personas al año, y en la Red de Parques Nacionales se registra una media anual de 10 millones de personas.

    Pero para un naturalista como yo, supone acudir feliz a este lugar atraído por el vuelo del quebrantahuesos, por los pliegues geológicos que desvelan las páginas de ese libro que es un inmenso poema geológico, por la floración de la “edelweiss”, por la transparencia de los ríos del deshielo o por la salvaje naturalidad que todavía mantiene esta parte del territorio, que un generoso acto de cultura el ser humano ha indultado de agresiones al paisaje y al medio ambiente. Aunque, sin ser un experto en salud, un naturalista como yo sabe y es consciente de que -como decía Carlos Mur en una reciente entrevista en el Heraldo de Aragón- un lugar de montaña como Ordesa supone un hecho positivo para lo físico y para lo psicológico de nosotros mismos.

 

Yo por eso, desde mi ignorancia médica, pero como usuario de los Parques Nacionales, para esta charla quise buscar o pensar cinco ideas o argumentos que suelo tener presentes cuando voy a la montaña, cuando entro en un espacio natural protegido como es este sitio que verdaderamente me encanta con sólo verlo.

    Estos son, pues, mis 5 motivos con los que se vincula la naturaleza pura con dicho bienestar físico y emocional.

1.- Primero. Un Parque Nacional es un santuario natural prístino, un lugar donde no hay tan apenas deterioro del medio ambiente y, por lo tanto, donde existe salud para todos: incluido el ser humano. 

    Un espacio donde se preservan los recursos naturales, con aguas limpias, aire puro, quietud, silencio, sosiego y tranquilidad… en una sociedad cada vez más industrial, y en un mundo más deteriorado y desequilibrado en el que imperan las leyes de la economía, la producción, el consumismo y el derroche de los recursos limitados.

    No olvidemos que los problemas medioambientales generan graves achaques de salud pública.

     Por ejemplo, el uso de pesticidas y productos químicos que acaban vertidos en suelos, ríos y acuíferos pueden desembocar en múltiples afecciones como cáncer, alzehimer y demencia, alteración endocrina, problemas del aparato reproductor, asma y alergias, etc.

   El ruido genera problemas de audición, molestias, trastornos de sueño, problemas cardiovasculares e incluso diabetes y obesidad. Algo importante si reparamos en que una de cada cuatro personas en España están expuestas a altos niveles de contaminación acústica.

     Por otra parte, esa contaminación atmosférica -que no existe en nuestro Parque Nacional- genera enfermedades respiratorias agudas como neumonía y otras crónicas como el cáncer de pulmón. En España se calcula que cerca de 20 millones de personas respiran aire contaminado.

Amén de lo que suponen los entornos urbanos, los vertederos, el tráfico o el uso de plásticos que van al mar.

    Despilfarramos lo que no valoramos. ¿Cuánto vale un bien escaso, el sistema natural que nos alimenta? ¿Qué vale el aire que podemos respirar en las cumbres del Monte Perdido? ¿Y el agua limpia que baja por los ríos Arazas o Bellós?

      En lugares como Ordesa y Monte Perdido estamos, evidentemente, ante un verdadero centro de salud público ajeno a estos problemas que son algo más que ambientales.

2.- Otra idea. Los primeros Parques Nacionales se crearon también pensando en la salud. Pocos saben que la parte aragonesa del Moncayo estuvo a punto de ser declarada como el tercer Parque Nacional. Fue protegido en 1927 como Sitio Natural de Interés Nacional.

     En el informe que se elaboró previamente para justificar su declaración, además de motivos naturalistas redactados por el padre Longinos Navás, hubo un informe del Dr. Iranzo con argumentos higienistas, es decir, de salud, donde se recogían las virtudes medicinales de sus fuentes de agua pura y fría, y donde se hablaba de que el Moncayo era “sanatorio de primer orden”, comparable con el entorno del balneario de Panticosa, pues ya en el año 1910 se quiso construir una casa para enfermos del aparato respiratorio, neurósicos y niños débiles, dada la acción terapéutica que tiene su clima fresco, lejos del aire viciado de los grandes centros de población y donde uno puede llegar a sentir la grata impresión de poder recuperar el equilibrio perdido.

3.- Tercero. Como bien saben muchos doctores y muchos montañeros o caminantes, Ordesa y Monte Perdido es un lugar ideal para desarrollar el ejercicio físico. Dicen que un día de senderismo equivale a una semana de salud. Andar o hacer trekking es un ejercicio sencillo, apto para casi todos, de actividad aeróbica de baja intensidad, que ayuda a combatir el sedentarismo, que mejora la salud cardiovascular, aumenta la autoestima, reduce los niveles de glucosa y de colesterol, alivia los dolores de espalda y articulares, permite respirar aire puro, aumenta la calidad ósea, mejora la calidad del sueño, etc.

Algunos amigos míos aseguran que el contacto con la montaña –bien preservada como es el caso de un Parque Nacional- supone además un encuentro con nosotros mismos.

¿Hay mejor cancha de juego, mejor gimnasio que estos paisajes? Yo creo que no.

4.- Va la cuarta idea. Esta tiene que ver con el bosque, con los árboles, esos gigantes vivos que pueblan el fondo de nuestros valles de montaña, pues sólo ocupan el 18% del Parque Nacional.

    Tal vez hayan oído que hay lo que ahora se llama “baños de bosque” bajo prescripción o receta médica, de dos a tres veces por semana.

    Y es que existen bosques terapéuticos. Darse un «baño de bosque» puede ser una receta muy útil para combatir la ansiedad o el estrés, pero científicos y médicos han comprobado otros múltiples beneficios que puede tener para mejorar también otras enfermedades.

    El contacto con los bosques maduros -aquellos en los que la intervención humana es muy limitada, como es el caso de un Parque Nacional- propicia un aumento de las proteínas anticancerígenas, refuerza el sistema inmunitario, rebaja la adrenalina o reduce la tensión arterial, pero además se ha demostrado su eficacia para mejorar el estado de salud y el bienestar de los pacientes con fibromialgia.

Según los primeros estudios piloto, estos enfermos -que padecen un dolor muscular y una sensación de fatiga prácticamente crónicos- pueden llegar a reducir a la mitad los días que sufren dolor cuando realizan ejercicios en esos espacios naturales.

Los primeros trabajos se han realizado en Gerona, donde profesionales de los hospitales Santa Caterina y Josep Trueta, coordinados por el jefe de neurología, Secundino López, han comprobado los beneficios que el contacto con los bosques centenarios tiene para estos pacientes.

Japón, el país que acuñó el término karoshi -“muerte por exceso de trabajo”-, el país de la competitividad y con las tasas más altas de suicidios, mira ahora a la naturaleza y a sus bosques para recuperar su paz y equilibrio. El vocablo Shinrin-Yoku, acuñado en 1982 por el gobierno nipón, consiste en dejar que la naturaleza entre por los cinco sentidos. Se trata de dar paseos por un entorno natural poniendo atención al olor que desprenden las plantas, el ruido del viento en las hojas de los árboles y toda la gama de colores y texturas que el entorno nos ofrece. Los expertos aconsejan también tomarse una infusión para que el sentido del gusto participe de esta experiencia. Y por supuesto, apagar los móviles, no llevar cascos o evitar ir hablando de esos problemas que nos rodean.

Al hilo de ello, les pregunto: ¿Han paseado ustedes por el abetal de Turieto Alto, o por la base del circo de Cotatuero en el valle de Ordesa? ¿Se han abrazo a un gran roble quejigo para sentir la energía de los árboles nobles?

Incluso en los niños urbanos se observa lo que algunos han comentado ya como Déficit de Naturaleza, de Vitamina N, donde la falta de conexión cuerpo y mente con lo natural genera problemas de hiperactividad.

5.- Y ya una última pincelada para recodar el papel generoso de las montañas en general como fuente de recursos naturales de alta, altísima calidad: de agua y nieve, de aire, de pastos, madera, frutos, plantas medicinales, caza y pesca… de vida y de biodiversidad a raudales.

    La ONU afirmaba en el Año Internacional de las Montañas que estos paisajes, estos ecosistemas, estos relieves formidables, son las «torres de agua» del mundo que proporcionan del 60 al 80 por ciento de todos los recursos de agua dulce para nuestro planeta.

    Ordesa es, así mismo, no lo duden, un surtidor de ese aire limpio que respiramos cada día. Un gran balón de oxígeno como lo es también el Moncayo o gran parte del Pirineo.

    Ordesa y Monte Perdido genera productos agrícolas o ganaderos locales de alta calidad gastronómica y natural como el caso del ternasco de Aragón o de la cada día más valorada carne de ternera del valle de Broto, generada a través de la ganadería extensiva mediante los rebaños que se alimentan de la hierba fresca de los pastos de altura. Por no hablar de quesos artesanos, de licores con frutos silvestres, de mermeladas y por supuesto de agua natural.

    Ya por último quiero recordar que Santiago Ramón y Cajal, nuestro nobel de Medicina, fue un hombre profundo hechizado por la belleza, la armonía y los enigmas de la Naturaleza. El sabio tuvo una estrecha relación con lo natural que condicionó su devenir. Afirmaba que la Naturaleza es el Universo, y que a su vez somos nosotros mismos. Y él destacaba que fue en sus excursiones por las montañas donde encontró su gran inspiración y su consuelo.

    En definitiva, Ordesa y Monte Perdido, los Parques Nacionales, los hábitats bien conservados y cada día más arrinconados por nuestra mala praxis, son lugares que nos reportan extraordinarios beneficios que esta sociedad “moderna” debe reconocer para que sigamos estando completamente vivos.

   En dicho foro –organizado por Bantierra, Heraldo de Aragón, Sarga y Gobierno de Aragón-, también intervinieron la Dra. Dolores Bédmar Cruz -anestesióloga y máster en manejo del dolor- y el Dr. Jose Ángel Satué -responsable de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca-.