De Herat al Ara (Capitulo I)


Por Gonzalo del Campo

El título que recoge estos poemas y artículos “De Herat al Ara”, son una mezcla de realidad y ficción. Abarca un periodo de más de quince años.

    Aunque el eje vertebrador de esta selección esté cercano a la guerra o los conflictos, abarca también otros muchos  temas. Desde el año 2003, en un programa de radio llamado “La Máquina de Escribir” que, a día de hoy, se sigue emitiendo en Radio Sobrarbe, he ido desgranando estas reflexiones sobre asuntos que he considerado de interés o relevantes para escribir sobre ellos. Aunque puede parecer un cajón desastre en su temática, hay  un hilo conductor, que consiste en el punto de vista crítico que adoptan la mayor parte de los textos. Herat representa la parte más cercana a esa guerra permanente en la estamos inmersos desde hace mucho tiempo. Ara es el nombre del último río virgen del Pirineo, que tantas veces he paseado y disfrutado. En lo referente  a los textos sobre la guerra, que aquí se presentan, abarcan desde un año antes de la Guerra de Irak. Aparecen otros artículos relacionados con la Iglesia, los viajes, la literatura…

   Espero que puestos en el contexto en que fueron concebidos y escritos, puedan resultar de interés a los posibles lectores.

 DE HERAT  AL ARA

 Contra la guerra

 ¡Qué gran celebración!

 

¿Pueden faltar los fuegos de artificio?

El pirómano tiene la mecha preparada y encendida.

A sus espaldas, la basura se esconde bajo alfombras o archivada.

Mientras, el coro que acompaña mira el dedo que acusa

y que condena, como una nueva Biblia o mandato divino.

¿Dónde apunta? Es igual. Seguro al enemigo.

¿Pero quién es el enemigo?

¿Son todos los que creen que entre el negro y el blanco hay una inmensa gama de colores?

¡ Conmigo o contra Mí! ¡Qué gran dilema!

En la mesa de la «negociación» el colt va por delante, la amenaza es el prólogo constante, la guerra preventiva.

África se ha desvanecido definitivamente.

Tan sólo Mugabe y, cómo no, la muerte, despiertan el interés de la noticia.

Ya no es para nosotros ni siquiera una esquela, aunque el bombeo constante de su sangre salpique las Marbellas, Tarifas, Lanzarotes y su seno sea un volcán hirviente macerando el SIDA, el exterminio, la rapiña, el desvalije.

Las cartas están boca arriba.

Los ayudantes del sheriff son corruptos y alientan al duelo por encima de todo.

Arafat y su gente son especie en peligro.

Chabra y Chatila, al igual que Jenin, no parece que cuenten.

¿Ha llegado la hora de nuevos carniceros o sigue siendo la de los cirujanos trabajando a destajo?

¿Hay alguna diferencia entre un golpe certero de pesado cuchillo y el de un bisturí, que se utiliza como estoque o mandoble?

¿Qué son, si no, los bombardeos selectivos que acaban con más vidas de civiles indefensos que de contendientes armados?

¿Qué es ese dejar hacer a  Sharon, quien ya ganó hace tiempo y con creces  título de “Carnicero”?

Para cubrirse las espaldas niegan cualquier validez a tribunales penales consensuados que, de tener posibilidad de juzgar casos pasados o presentes, llevarían al banquillo a más de un ciudadano norteamericano.

¡Estamos en guerra!

Se acabó la ayuda humanitaria aún antes de empezar, en muchos casos.

Este nuevo “vaquero universal” es, por encima de todo, un petrolero compulsivo, un empresario a quien los protocolos sobre el clima, el desarrollo sostenible, la ayuda a la pobreza, la prevención del sida, la tala abusiva de bosques y de selvas, literalmente se la suda.

El planeta no deja de ser un objeto grandioso con tesoros ocultos, codiciados. De estos el petróleo no es el menos importante.

Desde luego, hasta ahora, ha sido el que más destrucción ha provocado.

La guerra entre  Irán e Irak, la del Golfo, la larga guerra civil que desangra Sudán, la «guerra» desigual que libran en el delta del Níger sus pueblos desposeídos y humillados, la guerra civil de Angola ….y ahora ,otra vez, la invasión de Irak.

Por si acaso alguien duda, se deja claro que quien no apechugue a colaborar con el Sheriff será excluido del pastel que representa el crudo de ese viejo país.

¿Es un baile de máscaras tan solo o es el momento en que estas caen y dejan suelto el contenido de la caja de Pandora? 

                                                                                     (Marzo de 2002)

  COW-BOY

En su rostro es, la nada,

un  presagio brutal

de que todo es posible.

Emperador o  títere, igual da.

Ya no hay charcos de  sangre.

La alfombra del salón es inocente.

 

Tópico, máscara, carnaval incesante,

cawboy del universo,

petrolero en fase anal

de ciscar todo,

al dictado o al dente.

 

El ketchup rebosante en comisuras,

trae a nuestro recuerdo

otras basuras cósmicas,

nucleares,

al aire, o enterradas.

 

Ya no hay papas ni popes,

sí un renovado «Santo Oficio»

a escala planetaria,

sin potros, ruedas,

o damas de la muerte;

Patriots y Tomahawks directamente,

acertando al corazón de la miseria.

 

Una nueva plegaria:

«Contra terrorismo, ignorancia»

 

Si el proceso de globalización es puesto en cuestión porque abre abismos de desigualdad. ¿Qué será ahora en que todos los debates abiertos se dejan aparcados y también los dirigentes europeos consideran exiguos los gastos militares?

 

                                                                           Primavera de 2002   

 

El día en que siguió la guerra.

 

Desde lejos, la guerra no salpica

la nueva primavera.

Llama a nuestras puertas,

con la explosión de vida.

Nos regala flores y mayencos,

la savia de los viejos amores,

y nuevos que aparecen

como los brotes tiernos de los olmos,

ajenos a las bombas y los muertos.

 

Ha empezado el baile tortuoso

de máscaras y espectros,

que surgen de las dunas

blancas y fantasmales.

 

El once de septiembre no significa nada

si miramos al fondo,

en el pozo de horrores de la historia.

 

Es tan sólo un espejo deformado

que, al romperse,

salpica la memoria escondida

de quien lanzó al vacío

las bombas de Hirosima y Nagasaki.

 

Desde entonces la guerra

se ha sembrado,

siempre fuera,

haciendo del mercado la bandera

y de la democracia la quimera.

 

Que pregunten al mundo

qué fue la guerra fría.

No a aquellos que crecieron

al abrigo del miedo

y sólo temieron los augurios,

sino a los que sufrieron en sus carnes 

limpiezas de arsenales de los bloques

que juegan a ver crecer la guerra

en otra parte

y a repartirse, como botín,

el globo.

 

La amenaza constante multiplicó escenarios.

En Corea chocaron los aceros y en las Islas Bikini

recordaron que el mundo era pequeño.

 

En países que nacen,

la independencia asoma a la esperanza.

 

Es solo un espejismo, 

cuando advierten que son

tan solo, las zonas fronterizas

de un orden superior

que extiende sus conflictos

a lugares nuevos, donde sembrar las minas,

donde vender sus armas

de destrucción individual-masiva.

 

Todos nos acordamos de Vietnam, 

pero pocos sabrían localizar Biafra.

 

No olvidemos el Africa invisible,

donde ha habido y ocurren

grandes genocidios.

 

    Tampoco hay que olvidar Brasil, Chile, Argentina, Granada, Panamá, Bolivia… países, a los que en su momento, los Estados Unidos ayudaron a hundirse en la barbarie.

 

Noam Chomsky escribió , ya en 1969:

«La guerra de Vietnam es el ejemplo mas obsceno de un fenómeno aterrador de la historia contemporánea: el intento de nuestro país de imponer una particular concepción del orden y la estabilidad en buena parte del mundo. Medido según cualquier patrón objetivo, los Estados Unidos se han convertido en la potencia mas agresiva de la tierra, en la mayor amenaza a la paz, a la autodeterminación nacional y la cooperación internacional»

     Hoy más que nunca hay que parar la guerra. Se ha abierto de nuevo la caja de Pandora y será difícil que se vuelva a cerrar a voluntad de quien lo ha propiciado impunemente.

Este poema se incluye en un libro inédito al que he titulado “Primavera Rota”

 
CONTRA LA GUERRA (CUALQUIER GUERRA)

 

 

¿Qué será de los niños que nazcan sobre piedras?

¿Acaso las palabras endulzarán su primer hálito entre el ruido que produce la masacre?

¿Sortearán su llanto las botas militares?

¿Serán espectros agitados por la cucharilla del café?

¿Empuñarán las armas apenas hayan dicho su primera palabra?

¿Qué insondables misterios esconderá su retina inocente?

¿Alimentarán nuevas legiones de almas vagabundas que buscan el descanso?

¿Serán nuevos esclavos recogiendo coltán, oro o diamantes?

¿Serán niños soldados disparando al abismo de su nada?

¿Qué cuentos dormirán sus noches de miedo e intemperie?

¿Serán un dato más alimentando porcentajes?

o arena y polvo que siempre fueron nada?

 

                                       Enero-2003

 

DERECHO A VOTO

 

Damos un cheque en blanco

a flamantes amigos de banqueros

que dictan en la sombra

y compran voluntades.

Esconden los desfalcos.

Cobran por respirar.

 

Exigen moderar los salarios,

hacer flexibles los despidos,

apretarse el cinturón ajeno,

jubilarse más tarde,

cuando ya no hay resuello,

 

(Ellos siempre trabajan

para desgracia nuestra).

 

A escala planetaria

se inventan organismos paralelos

a los que no les sirven

o no les son serviles.

Femeí, banco mundial,

ge ocho u oemecé.

Son los clubes exclusivos

al margen de la ley.

Ellos la inventan, la esconden,

la retuercen, la manipulan

la tergiversan y anulan

 

Exigen austeridad absoluta

a los absolutamente pobres.

Apelan a la ley si se reclaman

medicinas contra el sida.

Retrasan de continuo

los asuntos del hambre y la miseria,

reunidos al calor de alfombras persas,

bajo arañas doradas

y rígidos soldados como estatuas.

 

Allí miramos todos,

hasta los que no miran

por ciegos u olvidados

 

Los socios, como viejos amigos,

sonríen hacia el palco,

pues la guerra es una fruslería,

salvados los acuerdos económicos,

las cuotas de mercado

la biotecnología y los transgénicos,

el petróleo y el gas,

los negocios del agua y el cemento,

pingües reconstrucciones,

las crisis de las bolsas,

juicios por corrupciones,

las sacrosantas privatizaciones,

los barcos que se hunden entre negras mareas,

aviones que se caen y nos salen muy caros

de lo puro baratos,

los trenes del futuro

que, al parecer, no llega.

Los de siempre se salen de las vías

o chocan por azares de un pasado

siempre junto a nosotros,

como un reptil que hiberna y nos recuerda

que la infamia no es cosa de otro tiempo,

que vive entre nosotros con descaro

 (Continuará)

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