Un olivo en recuerdo de todos los amigos de Osia

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Por D.S.

        Si seguimos a Pierre Nora, la memoria es un concepto ideológico e historiográfico de desarrollo relativamente reciente, y que viene a designar el esfuerzo consciente de los grupos humanos por entroncar con su pasado, sea éste real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto.
   Por su parte, el historiador británico Tony Judt afirmaba:  Yo creo profundamente en la diferencia entre la historia y la memoria; permitir que la memoria sustituya a la historia es peligroso. Mientras que la historia adopta necesariamente la forma de un registro, continuamente reescrito y reevaluado a la luz de evidencias antiguas y nuevas, la memoria se asocia a unos propósitos públicos, no intelectuales: un parque temático, un memorial, un museo, un edificio, un programa de televisión, un acontecimiento, un día, una bandera. Estas manifestaciones mnemónicas del pasado son inevitablemente parciales, insuficientes, selectivas; los encargados de elaborarlas se ven antes o después obligados a contar verdades a medias o incluso mentiras descaradas, a veces con la mejor de las intenciones, otras veces no. En todo caso, no pueden sustituir a la historia”.

       En este caso y en este gesto al que nos referimos en esta crónica, memoria e historia forman una mismo unidad: el agradecimiento que se debe a estos amigos (uno ya fallecido)  que representan a todos los que hicieron posible con su colaboración y esfuerzo que la plaza de Osia comenzará a contar con un arbolado donado por la voluntad de entonces alcalde de Jaca , Armando Abadía, y que hasta el nuevo replanteamiento de la misma nos acompañaron muchos años: eran chopos, humildes chopos “populus alba” o “boleana” los unos y “canadensis” los otros.

    Viendo las primeras fotografías donde aparece el amigo Chelín Esteban (ya fallecido) con sus pequeños José Juan (formado ya como un destacadísimo cocinero) y Lucía (experta piloto e instructora de aviación deportiva) y Pepe Usón, quién tantas “ñapas” ha resuelto en  las casas del pueblo, nos vino a la cabeza la necesidad de plantar un árbol que sirviera  de recuerdo permanente para tantas y tantas gentes que nos acompañaron y ayudaron durante aquellos primeros años de vecindad y esfuerzo a los que no éramos habitantes de derecho por entonces en el lugar.

    Por ese motivo unos cuantos vecinos  decidimos plantar un olivo (símbolo de la memoria de los pueblos) en la nueva plaza para que se mantenga siempre vivo ese recuerdo hacia tantos amigos como pasearon por sus calles cuando todavía la hierba era el firme suelo de nuestras botas ¡Por todos los amigos de Osia!

 

El olivo plantado: Olivo negral

 
   La variedad de olivo negral, es la más abundante en la zona del Bajo Aragón. Este olivo es un árbol de buen vigor y frutos de 2,5g. algo alargados y muy bellas sus aceitunas aptas para conserva en negro, con un contenido en aceite del 20 a 27%.

    Es un olivo de producción no constante, es de destacar de este olivo la calidad de su aceituna, la mejor para conserva en negro y los aceites de este olivo son los de mejor calidad existente en el mercado. Su aceite es de un color amarillo dorado, siendo uno de los pocos aceites que aumentan su volumen al ser cocinados.

     El nombre de este árbol negral se debe al color de sus ramas casi negras y al madurar completamente sus aceitunas. Se le da el nombre equivocado de empeltre a este árbol cuando en realidad empeltre o empel en catalán significa olivo pequeño de menos de veinte años que ha sido empeltado. La confusión se debe a que un día un funcionario del ministerio de agricultura hacia un censo de olivos y preguntó a un payés que clase de olivos eran los que tenía en su finca y el payés le digo que empeltres (naturalmente porque tenían menos de 20 años). Este error permanece en muchos documentos, pero desde aquí reivindicamos el nombre de negral para este olivo histórico.