Paco Simón y su «Cambio Constante»


Por Roberto Martín Miravegas

  Este mes  les mostramos una entrevista que el director del Pollo realizó al gran artista Paco Simón a propósito de que cumpliera  el 5º aniversario de uno de sus proyectos más queridos «Cambio Constante».


Pollo Urbano  nº 55  correspondiente a junio de 2004 y con cabecera diseñada por Vicente Sánchez Mascaray

 

    Bien, hoy vamos a hablar con un amigo que lleva ya cinco años haciendo una cosa que se llama Cambio Constante, que son artistas que están en movimiento, artistas que están creando. Bueno, que él nos lo diga. Paco Simón, que además de artista conocido (es nuestro pintor más internacional), pues ahora se mete en otra película. ¿Qué es eso de «Cambio Constante»?

– Bueno, «Cambio Constante» es un proyecto que reúne un grupo más o menos de quince artistas de diferentes países del mundo, yo pretendo que sea bastante internacional y equilibrado entre hombres y mujeres, para que durante un período de más o menos una semana o diez días vengan y realicen instalaciones y proyectos específicos en la ciudad de Zaragoza. La idea es que los proyectos cambian, lo importante es el proceso y la convivencia, ya no es sólo que vengan a hacer unas piezas, sino que se junten entre ellos, y que en base al sitio en el que están, en este caso Zaragoza, pues que sus obras tengan alguna relación con lo sociocultural

¿Pero el artista viene con un proyecto previo que confecciona aquí, no se lo traen hecho?

– Eso varía, depende de las posibilidades económicas que tenemos. Lo ideal sería que el artista viniera aquí con un tiempo mucho más holgado, porque crear no es una cosa que se haga rápidamente. Si te trasladan de tu estudio a otro hábitat, no es tan fácil… Entonces, en principio yo, como sé que el período de tiempo es muy corto para desarrollar un trabajo, les planteo que preparen algo, y también les sugiero que se informen de adónde vienen. Luego, a mí me gusta mucho compaginar espacios interiores y exteriores, y entonces ya los artistas se tienen que adaptar, lo que también supone un reto, el adaptar tu trabajo a un espacio desconocido

¿En qué lugares se pueden ver los trabajos de estos artistas?

– En Cesar Augusto 105, en un local que nos deja un amigo, tenemos un artista que filmó un corto en los porches del mercado, y se hará una retroproyección; en los bajos del mercado hay un artista de Bilbao, Txuspo Pollo, que va a hacer una instalación; en el Sepu se concentran tres artistas, un artista africano, que trabaja con basura y va a exponer piezas en los escaparates; dentro hay un artista galés y otro de Nueva York, que va a crear una obra a partir de unos movimientos…

¿Y las manos que había en el Sepu?

– Es un artista que está trabajando allí, que se llama Lieve Prins, y está colaborando con otro, Pim Vlug, y ellos me propusieron hacer una pieza sobre el terrorismo, y el proyecto es muy bueno y muy interesante, y van a hacer en el Paraninfo de la Universidad una instalación con seiscientas o más manos que salen de unas macetas, con luz negra, con música de lluvia; Tomy Ceballos, un artista español, ha hecho una especie de «happening» con unos chavales de un instituto, ha creado en esos porches horribles del mercado un túnel de lavado de cerebros; y después de esto vamos a la Casa de la Mujer, donde Jessica Higgins, una artista de Nueva York, va a hacer una instalación que se llama «Poet walk», que es muy interesante, y Txuspo Pollo también va a hacer otra instalación en el sótano, y de ahí pasamos al Centro de Historia, donde hay un artista alemán y otro japonés que hacen piezas para el exterior; en el interior, María Mencia va a preparar una proyección con dos proyectores que convergen en el mismo punto y que la gente puede manipular; y una pieza de Margarita Andreu, una artista de Barcelona.

¿Todo esto está dentro del ciclo «En la frontera»?

– Bueno, yo propuse hacer este proyecto este año aquí y sugirieron, en Cultura, que por qué no se hacía dentro del marco de «En la frontera». «En la frontera» era un proyecto que se hizo durante los años socialistas en Zaragoza, y este año el Ayuntamiento lo ha querido recuperar.

¿Y no le parece a usted que Cambio Constante tiene entidad por sí mismo para ser un proyecto que no se diluyera entre tantos otros? Es una opinión que yo tengo…

– Bueno, Cambio Constante es Cambio Constante; eso no quita para que en esta ocasión en concreto se haya podido hacer dentro de En la Frontera, pero el año que viene se puede hacer fuera de Zaragoza…

El año pasado fue en Veruela, y la verdad es que estaban ustedes como príncipes… Igual le faltaba un poco el ambiente urbano, ¿no?

– Exactamente. Por dos años consecutivos se hizo en Veruela. La primera edición se hizo en la Alfranca, con 500.000 pesetas más o menos, invitamos a quince artistas, desde Australia a la India; el segundo proyecto se hizo en Zaragoza dentro del casco urbano, estuvo muy bien, utilizando locales de amigos, con muy poco dinero, y luego dos ediciones en el monasterio de Veruela, que muchos artistas que vienen de otros países, como Estados Unidos, se quedan flipaos con este espacio, y yo creo que para cualquier artista es una experiencia muy interesante, y tiene muchas ventajas, como el alojamiento… Pero tiene el problema que al estar muy desconectado de la ciudad pues acaba siendo visitado por unos cuantos amigos y gente fiel a estas cosas el día de la inauguración, y luego pues por gente que llega en autobús los fines de semana, que no distingue mucho…

Bueno, ¿y el Sepu, cómo han podido ustedes conseguirlo? Porque ese edificio está ya para otros usos, ¿no?

– Tengo un amigo que parece ser que era parte de la propiedad, y luego a través del Ayuntamiento y de los nuevos propietarios, que han sido muy amables y se han prestado. Lo que no deja de ser una lástima es que parece ser que ese edificio se ofreció al Ayuntamiento para que fuera un centro cultural, y es un espacio perfecto para eso, y no acabo de entender muy bien porqué se van a construir ahí apartamentos o lo que sea, cuando podía haber sido en el cogollo de la ciudad un espacio impresionante para un centro cultural, que Zaragoza no lo tiene. No me parece muy inteligente, y no sé si será cuestión de dinero, pero pienso que es un paso atrás. Zaragoza no tiene ni un museo de arte contemporáneo, todas las ciudades nos ganan ya, hasta las más pequeñas; y ahora tenemos una oportunidad de oro de tener un edificio que está precioso, que tiene unos escaparates, dos plantas diáfanas, y eso se va, y harán apartamentos y se los comprarán. Y no entiendo por qué se soporta un ballet, o una orquesta, y no sé, a los pintores también podían echarnos algo… Pero bueno, vamos a esperar a ver qué pasa…

Hay que tener confianza… Bueno, y el futuro de Cambio Constante, ¿cómo lo ve?

– Bueno, haber llegado a cinco no está mal. A mí me ilusiona mucho todo esto, y la verdad es que yo por muchos años me he movido por ahí, tengo grandes amigos por el mundo, de hecho la mayoría de estos artistas son gente que yo conozco, porque no creo que mucha gente viniera en las condiciones en que yo invito porque sí, me gustaría seguir adelante con este proyecto, pero yo no vivo de esto, y me cuesta mucho trabajo y mucho esfuerzo, y si no hay un poco más de apoyo pienso que no lo voy a poder seguir manteniendo, porque cumplo cincuenta años el mes que viene, y no me voy a dejar mi vida en esto, porque lo paso muy mal, soy muy temperamental…

Yo les voy a explicar un secreto, y es que Paco Simón ha decidido que a partir de los cincuenta no da un palo al agua…

– Pero es mentira. Seguiré haciendo el Cambio Constante, pero espero que haya más colaboración.