Ese oscuro objeto de deseo: el  CBC

    El patronato del Centro Luis Buñuel de Calanda se encuentra en una sensacional disyuntiva: su dimitido director  así como del Festival  ’22xDonLuis’ , ha puesto en marcha una excepcional maquinaria para que nadie pueda ni reprogramar ni recomponer las actividades de ese Centro. 

   Con una actuación propia de aquellos que se creen propietarios de lo que la administración les entrega circunstancialmente para que lo dirijan, el muchacho en cuestión  ha comenzado a interpretar una infantil pataleta en la cual ha involucrado hasta al mismísimo hijo de Don Luis. Inconcebible.

   No es el primer caso (recientemente ya ha ocurrido algo parecido con un patronato zaragozano)  que estas designaciones dedocráticas acaban de parecido modo. El hombre  del  berrinche, sin duda creyendo ser  el depositario “per sæcula sæculorum ” del recuerdo y  de la ciencia del maestro calandino, no ha sabido, ni siquiera, aceptar que lo que el dedo pone, el dedo quita. Y en lugar de recordar que ha sido felicísimo haciendo lo que le ha dado la gana con dinero público y sin aparente  control se pone –irritadísimo- a arañar la cal de las paredes y a mover interesadas amistades que le arropen en su pueril engreimiento por perpetuarse. Si ha dimitido, ¿para qué busca esos oropeles?

   El asunto es muy sencillo: el señor director general de la cosa cultural , además de explicárselo en persona a Juan Luis Buñuel cuando se reponga de su enfermedad, nos tiene que explicar con pelos y señales a todos los aragoneses  por qué “no pueden asumir las críticas por el muchacho  vertidas y por qué le solicitan al mismísimo hijo del cineasta  algo tan natural como el derecho a expresarle directamente su punto de vista sobre lo sucedido en el CBC avalado con documentos, datos y actas de los distintos patronatos celebrados en Calanda desde hace unos meses”.

   Los aragoneses lo queremos saber también. ¿Tenemos derecho o no, señor Escuín?