Kosovo y las Bombas por la Paz, veinte años después (Parte I)

Por Agustín Gavín
Presidente de Arapaz

     Dejamos en Podgorica, la ciudad hasta hacia poco llamada Titogrado, un cargamento de ayuda humanitaria en los almacenes de la Cruz Roja de Montenegro. Pasamos a Serbia sin controles de frontera estas dos repúblicas era lo que quedaba de la antigua Federación Yugoslavia.

    Los pasos fronterizos eran muy suaves, se pasaban con sonrisas y hablando de fútbol, de lo que no nos libramos fue de los controles de tráfico cuyo objetivo, como siempre que nos ha pasado, es la autofinanciación de los propios policías con pagos sin recibo. Nos pusieron dos multas, una por exceso de velocidad, medida con un aparato manual que parecía un abanico japonés y otra por no hacer un stop ante una señal irreconocible completamente agujereada por disparos, donde muchos habían afinado su puntería allí hasta dejarla como un colador.

puntería allí hasta dejarla como un colador.

 

    Se nos hizo de noche y aparcamos el camión delante de lo que iba a ser nuestro hogar por unas horas. Luismi, el chofer, y yo habíamos decidido por esta vez no dormir en las camas de la cabina del camión. Lo vigilaríamos desde las ventanas de las habitaciones de un desvencijado motel de carretera y de paso no nos molestaríamos mutuamente con nuestros ronquidos.

    Hacía dos años que la OTAN había finalizado su trabajo en la región y durante el trayecto íbamos comprobando sus efectos. En bastantes tramos la carretera iba paralela a la vía del tren que había sido bombardeada en diferentes puntos, era la vía férrea que une Podgorica y Belgrado y a ambos lados se veían almacenes destruidos, incluso alguna casa. Eran los famosos efectos colaterales que se quedaron para el futuro como término recurrente que luego se utilizó en Irak, Afganistan ,Libia, Siria etc.

    La mañana siguiente, una mañana fresca y luminosa de abril continuamos camino hacia Belgrado donde teníamos que dejar libros y material escolar para unas academias de español e identificar futuras necesidades. Se nos ocurrió parar en una estación de tren casi destruida para hacer unas fotos y vimos un mausoleo funerario con retratos esculpidos en tonos grises, blancos y negros. Cada imagen tenía una hornacina con un reciente ramillete de flores silvestres, habían sido trabajadores del ferrocarril, lo denotaba su indumentaria, al menos había una docena, iban de los dieciocho años a los sesenta, la fecha de su muerte era la misma seis de abril de 1999. Mientras fotografiábamos el mausoleo se acercaron dos ancianos gayata en mano que tomaban el sol en un banco cercano.

     La matrícula del camión español nos delató, sus iniciales sonrisas se convirtieron en rictus de odio. Empezaron a gritar Spanish, Spanish, Solana, Solana, los insultos nos los podíamos imaginar y al tiempo que arrancábamos, unos bastonazos sonaron en las puertas.

    El castillo de Rambouillet, a media hora de París, fue un lugar de residencia de la monarquía francesa y, después de la revolución, pasó a ser propiedad estatal. Ha servido de lugar de vacaciones y de caza de los presidentes franceses y para reuniones de alto nivel internacional.

    Dicho castillo fue primera página en las noticias a nivel mundial a finales del siglo pasado por unas hipotéticas conversaciones entre lo que quedaba de Yugoslavia, Serbia y Montenegro, y los independentistas de Kosovo impulsadas por la comunidad internacional a través de la OTAN.

    En dicha localidad, de unos veinticinco mil habitantes, a poca distancia de su famoso castillo, está el Palacio del Rey de Roma que iba destinado a residencia del hijo de Napoleón y que no pudo disfrutar. En dicho palacio está el museo del Juego de la Oca. Ya se sabe de oca a oca y tiro porque me toca. Era una premonición, después de quince días de reuniones le tocó tirar a la OTAN.

    Como se verá al final del trabajo hay una relación entre éste conflicto y la guerra de Siria que cumple su octavo año.

    Las negociaciones, si es que las hubo, de funcionarios del G7 auspiciadas por el Secretario General de la OTAN, Javier Solana y controladas por Madeleine Albright, Secretaria de Estado de EEUU, entre guerrilleros del Ejército de Liberación de Kosovo, nacionalistas moderados y dirigentes de Yugoslavia no sirvieron para nada y el mecanismo de la OTAN se puso en marcha el 23 de Marzo de 1999, por cierto, sin el respaldo del comité de seguridad de la ONU. Se acaban de cumplir veinte años.

    De lo que allí se habló se sabe muy poco, se produjo como siempre un apagón informativo, porque se cree que antes de las reuniones ya estaba todo decidido y lo urgente sustituyó a lo importante. La letra pequeña de los acuerdos la vimos publicada tres meses después como una primicia en los periódicos Le Monde y El País. Los F16 de la coalición internacional ya habían aligerado el stokcage de los arsenales. Las multinacionales del armamento lo celebraban y los ingenieros militares suponemos que se pondrían a trabajar en formas de destrucción más modernas.

    Nos contaron parte de la verdad de las condiciones impuestas a Yugoslavia. Como dijo Henry Kissinger después, ningún mandatario hubiese aceptado esas condiciones. La más significativa era que la OTAN podría moverse por todo el territorio yugoslavo sin dar ninguna explicación, era una nueva forma de invasión.

    Varios años antes, la provincia yugoslava de Kosovo había sufrido una situación de apartheid por parte de la Federación Yugoslava, incluso antes de la guerra del 92. Los albano-kosovares estaban controlados por la minoría serbia que detentaba el aparato administrativo, desde la policía, ejército, educación hasta la sanidad. Los albano-kosovares no se fiaban de los médicos ni de los maestros serbios, tenían sus propios sistemas educativos y sanitarios, existía una sociedad paralela. No habían conseguido su status de república como Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Serbia, Macedonia y Montenegro. La Voivodina y Kosovo estaban en trámites de estatus de república desde la muerte del impulsor de la última Yugoslavia después de la Segunda Guerra Mundial, Josip Broz, Tito.

    Milósevic, el presidente yugoslavo que pasó de ser un estalinista convencido a un ultranacionalista de vocación tardía, precisamente allí en Kosovo en el origen del panserbianismo comenzó a planificar una limpieza étnica. No le quedaba más remedio que justificarse ante los suyos. Los acuerdos de Dayton habían sido un paso atrás en sus intenciones de controlar su espacio geopolítico. En Dayton EEUU había propiciado el alto el fuego en Bosnia situación que le venía muy bien a la administración Clinton ya que estos acuerdos fueron planteados por los muñidores de su campaña electoral. Algunos pensamos que si en EEUU se hubieran adelantado por algún motivo las elecciones, Europa se hubiese ahorrado muchos muertos. Clinton ganó las elecciones.

    Para entendernos, Kosovo sería a Serbia lo que fue Covadonga para el ultranacionalismo español bajo palio. Allí parece que comenzó la reconquista ante la ocupación africana de la península ibérica. En la batalla del Campo de los Milos en 1389, cerca de la capital Pristina, se consumó una derrota ante el imperio otomano que quedó para siempre en el subconsciente histórico colectivo. Fue la razón máxima del nacionalismo serbio que con la ayuda de la iglesia ortodoxa controló voluntades y fronteras. Kósovo está plagado de bellos monasterios medievales ortodoxos que en su momento fueron protegidos por militares españoles porque eran objetivo militar. Milosevic había sabido agitar el espantajo y volcó encima de la historia lo que quedaba en la caja de pandora abierta siete años antes en las guerras de Croacia y Bosnia.

    A los radicales serbios que habían sido expulsados por el ejército croata con el apoyo logístico de EEUU de las Krajinas, frontera entre Croacia y Serbia, en lo que se llamó la operación tormenta, Milósevic los redistribuyó en Kosovo, con sus pertrechos militares y con la ayuda de los Tigres de Arkan comenzaron la limpieza. Tenían sed de venganza y necesitaban territorio.

    El ELK, Ejército de Liberación de Kosovo sobrepasaría las tesis pacifistas de su primer presidente, el intelectual Ibrahim Rugova. Con el tiempo el ELK les iba a dar la misma medicina a las minorías serbias que se quedaron en Kosovo, esta vez con el silencio de la diplomacia internacional. Los radicales serbios que habían materializado las atrocidades se habían marchado a Serbia al comienzo de los bombardeos, los que se quedaron, muchos de ellos convencidos por la propia sociedad civil kosovar porque no tenían ninguna responsabilidad en la limpieza étnica, conocieron de primera mano lo que es el ajuste de cuentas.

    Cuando llegamos a Belgrado lo primero que hicimos es dejar el camión en la aduana, debíamos de ir firmando lo menos posible. Los amigos serbios, nuestros contactos, nos explicaron la situación y comprobamos la similitud de la huida del monstruo Frankestein del laboratorio en la novela de Mary Shelley y la salida de la OTAN de sus bases aéreas, incluida la de Zaragoza.

    Los medios de comunicación en su gran mayoría influidos por ponderadores y politólogos aficionados habían acuñado titulares tan surrealistas como el de las bombas por la paz o bombardeos quirúrgicos en instalaciones militares, puentes y aeropuertos como por ejemplo la Televisión serbia donde pensaban que iba a ir el propio Milosevic donde murieron treinta periodistas..

    Hasta la embajada china fue destruida y murieron varias personas, parece ser que los GPS de los aviones estaban equivocados. China protestó levemente y aceptaron las disculpas, eran cosas del momento.

Continuará….

 

Artículos relacionados :