La simetría en la visión ocular indicador de dislexia.


Por Jesús Sainz

     La dislexia, también conocida como trastorno de lectura, se caracteriza por una alteración de la capacidad de leer en la que se confunden o se altera el orden de letras, sílabas o palabras y se da en personas con una inteligencia normal.

Jesús Saínz Maza
Científico y Coordinador de la Sección

    Los problemas pueden incluir dificultades para deletrear palabras, leer rápidamente, escribir palabras, «pronunciar» palabras en la cabeza, pronunciar palabras cuando se lee en voz alta y entender lo que se lee. Las dificultades son involuntarias y las personas con este trastorno tienen un deseo normal de aprender.

   Se cree que la dislexia es causada por factores genéticos y ambientales. A menudo ocurre en personas con trastorno por déficit de atención con hiperactividad y se asocia con dificultades similares con los números. Puede comenzar en la edad adulta como resultado de una lesión cerebral traumática, accidente cerebro-vascular o demencia. Los mecanismos subyacentes de la dislexia son problemas en el procesamiento del lenguaje en el cerebro. La dislexia se diagnostica a través de una serie de pruebas de memoria, ortografía, visión y habilidades de lectura.

   Un estudio reciente indica que los ojos de las personas que leen con facilidad tienen retinas asimétricas y también transmiten información visual al cerebro asimétricamente, según un informe publicado en Proceedings of the Royal Society B (http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/284/1865/20171380).

  Los ojos de las personas con dislexia, por otro lado, parecen ser física y funcionalmente simétricos. «Este es un estudio realmente interesante», dice John Stein, un profesor emérito de fisiología en la Universidad de Oxford que no participó en la investigación. «Refuerza la idea de que la visión tiene algo que ver con la dislexia que tiende a ser ignorada hoy en día».

   La dislexia afecta entre el 5 y el 10 por ciento de las personas. Aunque los factores genéticos y ambientales se han relacionado con la condición, las causas subyacentes siguen siendo en gran parte desconocidas. «Hasta aproximadamente la década de 1950, todo el mundo pensaba que la dislexia era visual», dice Stein, pero desde entonces, se ha puesto más énfasis en las teorías de los déficits de procesamiento de la información en el cerebro. Por ejemplo, los científicos han observado que la lateralización del cerebro –es decir la compartimentalización asimétrica de ciertas funciones cerebrales asignadas a un hemisferio ya sea el izquierdo o el derecho- es, en términos generales, más débil en las personas con dislexia que las que no la tienen. Es decir, estas funciones tienden a distribuirse más uniformemente en ambos hemisferios en disléxicos, apuntando a que son incapaces de dar predominio a uno de los hemisferios.

   Los investigadores sospechan que la percepción visual podría estar entre las funciones cerebrales que exhiben lateralización. Debido a que las imágenes recibidas de cada ojo difieren ligeramente entre sí, pero necesitan ser percibidas como una, se cree que el desarrollo neurológico del sistema visual dará como resultado un ojo dominante en el que se confía principalmente para la precisión posicional, que a su vez resultará en un procesamiento cerebral asimétrico.

    En el método para caracterizar si hay asimetría ocular, primero los sujetos miran detenidamente una imagen altamente contrastada, como una ventana brillante, cierran los ojos para ver la imagen resultante y luego se cubren los ojos cerrados con las manos, lo que hace que la imagen residual se atenúe. Quitar ambas manos mientras se mantienen los ojos cerrados restablece el brillo de la imagen secundaria, pero al quitar alternativamente una mano y luego la otra, puede aparecer una diferencia en el brillo de la imagen restituida. Se observó que, de 30 individuos sanos, 19 vieron una imagen posterior más brillante con su ojo derecho, y 11 con su izquierdo.

   El equipo de investigadores evaluó a 30 personas con dislexia y encontró que 27 de ellas no tenían dominancia ocular, en marcado contraste con el grupo no disléxico. Demostraron, además, que esta falta de dominancia ocular se correlacionaba con diferencias físicas aparentes en el ojo mismo. Dentro de la fóvea, la parte de la retina responsable de la mayor agudeza visual, se encuentra un grupo central de células de cono rojo y verde, desprovistas de células de cono azules. Al mirar una pantalla blanca a través de un filtro azul, es posible que una persona vea esta zona libre de azul como una región oscura, conocida como centroide Maxwell. En personas sin dominancia visual, esta región oscura parecía circular cuando se observaba con cualquier ojo, mientras que en los participantes con un ojo dominante, la región parecía circular cuando se observaba con el ojo dominante pero elíptica con el más débil.

   Con estos análisis del centroide de Maxwell, «hemos identificado la firma biológica de la asimetría necesaria entre los dos ojos de un observador normal», escribe el director del proyecto. Esta firma foveal junto con «la correspondiente falta de predominio de la imagen secundaria puede conducir a nuevas estrategias de diagnóstico para la dislexia».