¿Es la obesidad una enfermedad?

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Por Jesús Sainz

   La Asociación Médica Americana (A.M.A.) reconoció oficialmente la obesidad como una enfermedad en el año 2013 con la intención de estimular a los médicos a prestar más atención a dicha condición y a proporcionar tratamientos contra ella. Esta decisión ha provocado una controversia que describiré más adelante. En primer lugar vamos a ver cómo se define la obesidad desde el punto de vista clínico.

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Jesús Sáinz Maza
Científico 

   Una persona se caracteriza con sobrepeso cuando su “Índice de Masa Corporal” (IMC) es superior a 25 y como obesa cuando es superior a 30. Valores superiores a 40 se consideran extremos o mórbidos. El Índice de Masa Corporal se calcula dividiendo el peso en kilos por la altura en metros al cuadrado (Kg/m2). Dado que este índice no captura bien la grasa abdominal, es conveniente tener en cuenta que una medida normal de cintura es menos de 89 cm en las mujeres y de 102 en los hombres. Ciertos cardiólogos consideran como peligrosas cifras de más de 80 centímetros en las mujeres y más de 100 en los hombres.

   Se estima que en todo el mundo hay 1.500 millones de adultos que tienen sobrepeso u obesidad, un número que se espera que aumente a 3.000 millones para 2030. Estas cifras la definen como una pandemia, más que una epidemia, que está alcanzando proporciones catastróficas en la mayor parte del mundo. Catástrofe debido a que la obesidad es un factor de riesgo a padecer múltiples enfermedades, incluyendo la diabetes común (tipo 2), cardiopatía coronaria, hipertensión sanguínea, isquemia, síndrome metabólico, cáncer (de colon, de pecho, endometrial y de vesícula biliar), osteoartritis, apnea, problemas en la reproducción, cálculos biliares y el síndrome de hipo ventilación.

    Visto todo lo anterior ¿es conveniente clasificar a la obesidad como enfermedad? Parece que sí, pero no todo el mundo está de acuerdo. Por ejemplo, el Sistema Nacional de Salud español no reconoce la obesidad como una condición con derecho a tratamiento. Aunque en este caso probablemente la razón sea simplemente la de ahorrar gastos. Hay que tener en cuenta, que pese al masivo bombardeo publicitario de los responsables políticos para hacernos creer que tenemos el mejor sistema sanitario del mundo, la realidad es que España está por debajo de la media en Europa; España está en la posición 19 de los 35 países de Europa que se han valorado por el “Euro Health Consumer Index” (http://www.healthpowerhouse.com/files/EHCI_2015/EHCI_2015_report.pdf). Lo cual no es sorprendente dado que  España tiene una inversión inferior a la media europea en sanidad. Pese a ello, personas dentro del sistema de salud español opinaron hace ya años que “si la obesidad no se controla, el sistema sanitario español quebrará” (Felipe Casanueva, jefe del servicio de Endocrinología del Complejo Hospitalario de Santiago).

   En cierta medida, la cuestión de si la obesidad es una enfermedad o no es semántica, ya que ni siquiera hay una definición universalmente aceptada de lo que constituye una enfermedad. Por tanto, la decisión de la Asociación Médica Americana no tiene ningún valor legal. Sin embargo, algunos médicos opinan que los sistemas sanitarios prestarán más atención a la obesidad, su tratamiento y su prevención si es considerada oficialmente como enfermedad.

   Entre los argumentos en contra de considerarla una enfermedad se halla el de que el método utilizado para definirla (valor del Índice de Masa Corporal) no tiene en consideración la distribución de la grasa en el cuerpo, y, por tanto, es un método demasiado simplista y con fallos. Este argumento parece muy débil, ya que si la herramienta de diagnóstico es inadecuada lo que hace falta es generar mejores herramientas y no parece relevante para decidir si la obesidad es o no una enfermedad.

   Otros argumentos en contra se fundamentan en que no hay síntomas específicos asociados con ella y que es más un factor de riesgo para otras condiciones que una enfermedad.

   Entre las razones a favor se halla la de que reduciría el estigma de que la obesidad es simplemente el resultado de comer demasiado o hacer demasiado poco ejercicio. Hoy se sabe que hay un componente genético en la obesidad y que el comportamiento de muchas personas a la hora de comer o de procesar los alimentos en el cuerpo se debe a su perfil genético. Este hecho es fácil de observar ya que la obesidad se hereda en muchas familias.  Por otra parte, cumple con los criterios médicos de una enfermedad, como el deterioro de la función corporal.

    Además, varias asociaciones médicas americanas consideran que la sugerencia de que la obesidad no es una enfermedad, sino más bien una consecuencia de un estilo de vida elegido y ejemplificado por el comer en exceso y por la inactividad, es equivalente a sugerir que el cáncer de pulmón no es una enfermedad porque fue provocada por la elección individual de fumar cigarrillos.

     Lo que está claro es que la obesidad es el problema sanitario más grave que padece nuestra sociedad. España se consideraba libre de él hace unas décadas debido a nuestra sana dieta mediterránea, pero los datos son muy tozudos: en las últimas décadas ha habido un incremento en las tasas de obesidad en España. Según un estudio reciente (2015) impulsado for la Fundación Eroski, la población infantil y juvenil ha sufrido un aumento del 9 % de la tasa de obesidad desde el año 2000 llegando hasta el 22,8 %. También la población adulta y de edad avanzado ha incrementado su tasa de obesidad en los últimos años. Hoy en día, más del 25% de la población española es obesa. Otros estudios dan cifras preocupantes, ya que según ellos el 62% de la población española está afectada: el 39% tiene sobrepeso y el 23% obesidad  (datos del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España, ENRICA 2009-2011).

    En el resto del mundo la situación no es mucho mejor. Según datos recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) más de la mitad (52%) de la población adulta en la Unión Europa tiene sobrepeso u obesidad. Científicos del “Imperial College” de Londres (Reino Unido), con la aquiescencia y colaboración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicaron recientemente en la revista científica “The Lancet” un estudio sobre el índice de masa corporal (IMC) de casi 20 millones de hombres y mujeres adultos en 186 países durante el periodo comprendido entre 1975 a 2014. El resultado es muy preocupante: un 13% de la población mundial tiene un exceso de peso que se podría considerar como grave (no solo sobrepeso). Es más, al ritmo que vamos la tasa de problemas graves de peso subirá hasta el 20% dentro de nueve años (en 2025).

   Dado que la Organización Mundial de la Salud La OMS afirma que 3,4 millones de adultos mueren de obesidad cada año y que la obesidad es una de las principales causas de muerte evitable en todo el mundo, lo extraño sería no considerarla una enfermedad. Por otra parte, el 65% de la población mundial vive en países donde la obesidad es un factor de riesgo mayor que la falta de peso (desnutrición).

Si la obesidad se considera una opción de estilo de vida, las personas que la padecen tendrían una responsabilidad personal. Si se trata de una enfermedad, se convierte en un problema más amplio. El sistema sanitario se vería obligado a atender a los obesos y buscar nuevas maneras de tratar la enfermedad.

    Los gobiernos tendrían que generar condiciones favorables para la inversión en la búsqueda de nuevas terapias y sistemas innovadores de prevención. Además, se disminuiría el estigma que padecen los obesos. La categorización de la obesidad como una enfermedad es el primer paso para facilitar la lucha contra el mayor peligro sanitario que padece nuestra sociedad.

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